Una vez que Manuel Jabois ya se está prodigando más en el ámbito de la ficción literaria, sus incursiones narrativas han despertado ese efecto reclamo que todo buen escritor consigue en el proceso de transformación del columnista, cronista o ensayista hacia el contador de historias.
Claro está que la cosa suele venir siempre de lejos. Lo de empezar a contar historias en alguien «de letras» como Jabois arraiga en otros tiempos en los que se va novelando hasta las vivencias propias, como todo hijo de vecino que sienta pasión por las letras. Pero es ahora, con el poso de los años, cuando el escritor ha llamado con mayor intensidad, como la réplica de un viejo terremoto, de una inquietud literaria que va tomando el mejor de los caminos.
Pero más allá de orientaciones narrativas en unos u otros espacios. Lo trascendente para nosotros lectores es que los buenos augurios se van materalizando. Y es que lo relevante es ese esmerado interés por las intrahistorias que componen la realidad desde focos diferentes, periféricos, allà donde apenas llega la luz. Allà donde solo el escritor es capaz de rescatar lo imprescindible para hacer buena literatura.
Top 3 libros recomendados de Manuel Jabois
Miss Marte
He de confesar que una vez me enrollé con Miss simpatÃa de Soria. Creo que fué el verano del 93, como el tiempo en el que arranca esta novela. La cuestión es que no supe más de ella o más bien ella no quiso saber más de mÃ. Se puede decir, como firmarÃa el mismÃsimo MatÃas Prats, que no le hice gracia.
Algo tan atÃpico y hasta exótico en su enunciado como es esta Miss Marte de Manuel Jabois. Pero es que vivimos tiempos atÃpicos, inconexos de un dÃa para otro. Miss Marte nos anticipa hechos extraños, alienados sino alienÃgenas. Aunque si lo pensamos bien, todos nos hemos sentido un poco marcianos, desubicados ante según que derroteros de nuestro destino…
Y eso que el planteamiento de esta novela no es que sea algo tan anómalo de partida. Todo el mundo tiene derecho a nuevas oportunidades, a rehacer su vida, a mirar atrás sin convertirse en estatua de sal. El problema es si el hecho de ser Miss Marte acarrea de por sà que todo sea siempre extraño.
—¿Es verdad que eres Miss Marte?
—SÃ, es que allà hay otro canon.
1993. Mai, una chica muy joven con una niña de dos años, llega a un pueblo de costa poniéndolo todo patas arriba. Enseguida hace amigos, conoce a Santi, se enamoran al instante y al cabo de un año celebran una boda que acaba en tragedia, cuando la noche de la fiesta la hija de Mai desaparece misteriosamente.
2019. La periodista Berta Soneira se dispone a rodar un documental sobre el suceso ocurrido veinticinco años atrás. Para ello, entrevista a todos los que aún lo recuerdan, reescribiendo el relato de un dÃa que cambió la vida de todos.
Malaherba
La simple intención de abordar las verdades más perentorias sobre lo mágico y lo trágico siempre augura una profundidad emotiva en medio de cualquier acción.
Y acción ciertamente la hay en esta novela. Siempre en torno a la vida de los niños Tambu y Elvis. Y alrededor de ellos lo paradójico y lo extraño, desde la imaginación desbordada de la infancia sirve al conjunto de ese equilibrio, entre las inquietudes infantiles y la natural orientación a lo fantástico. Lo fantástico de un mundo por descubrir y la crudeza con la que ese mundo puede empeñarse en deshacer los dÃas de la infancia como una ligera bruma.
Tambú ha perdido a su padre de la manera más trágica. A los diez años es dificil suponer como puede encajar ese impacto en la vida de un niño. Pero lo que sà podemos adivinar gracias a esta historia es que el paraÃso de la infancia sigue reclamando su espacio, por complicado que pueda parecer. La negación es una fase del ser humano frente a lo trágico. Pero en el estado de la niñez esa negación es la respuesta más natural y continuada. Solo que, además, con la falta de un padre en muchas ocasiones de se pierde un Norte.
Y se pretende alcanzar nuevos paraÃsos forzados desde esa imposición del fin de la infancia. Entre Tambu, su hermana Rebe y Elvis abordamos unas relaciones no siempre fáciles en una familia improvisada tras la horfandad de los dos primeros. Y disfrutamos con esa idea de la primera vez de casi todo, de los descubrimientos y de la ingenua sensación de infinitud de los instantes que solo en la niñez tiene cabida.
Solo que la realidad transcurre paralela, con su fatÃdico devenir empecinado en escribir el propio destino de los chicos. Hay mucho de simbolismo particular del autor en la historia, probablemente de guiños al pasado propio. Pero cuando el universo particular se expone con la franqueza de esta historia, se alcanza esa impresión general de lo humano sobre la culpa, sobre los miedos, sobre la idea de lo frágil y la única fórmula posible de mirar hacia adelante para sobrevivirnos a nosotros mismos.
Nos vemos en esta vida o en la otra
Gabriel Montoya Vidal o la intensidad periodÃstica del personaje periférico en el que acaba descubriéndose el filón humano. Porque el susodicho protagonista es un menor entregado a la causa de la inercia hacia la perdición. El relato de un nihilismo interiorizado hasta culminar en una suerte de odio indiferente. Negro sobre blanco en este libro sin valoraciones ni interpretaciones del autor, una clase magistral de ese periodismo que presenta los hechos más crudos para la digestión de cada cual.
La verdad es que no se digiere fácil. No hay empatia posible con un Gabriel capaz de ofrecerse para la causa del mayor atentado sufrido en España. Ni por su niñez ni por su falta de horizontes ni por la ofuscación de su utilización como mera herramienta para el mal. Cuando se plantea un ¿por qué se hace? y la respuesta acaba siendo más siniestramente esclarecedora que el ¿cómo hacerlo? sin duda la naturaleza de quien debe responder a las preguntas se orienta hacia un abismo de perdición y desesperanza que desemboca en la animadversión. Y quienes lo rescataron de su miserable vida para reorientarlo hacia lo peor sabÃan perfectamente donde encontrar a peones como él.
Otros libros recomendados de Manuel Jabois…
Grupo salvaje
Fútbol y literatura. ¿Cómo no iban a estar unidos ambos aspectos. La fusión está servida en esta ocasión desde un madridismo diferente, el profesado por un Manuel Jabois que lo estructura en torno a viviencias, detalles, goles, victorias y derrotas y sus anécdotas y sentimientos paralelos.
Y a la postre, aunque suene paradójico tampoco su madridismo es tan diferente al de otros sino narrado desde una subjetividad más que colma el gusto de cualquier aficionado al fútbol. Porque más allá de querencias por unos colores el fútbol son vivencias, recuerdos que hacen pensar que para futbolistas los de antes. Aquellos tipos con sus lustrosos bigotes de guerreros vikingos y sus melenas (el que podÃa), siempre en busca de algún botÃn.
Aunque al final también puede que sea cosa de la idealización de los años de tanta infancia pegada al deporte rey en España. Puede incluso que aquellos guerreros no se comieran un colÃn ahora, con tanta preparación, tanta táctica y tanta dieta terapeútica. Pero la épica sirve a la causa, debe ser correa de transmisión de padres a hijos (en el caso de que ambos gusten del fútbol), para que la afición siga construyendo momentos especiales más allá de las trivialidades de la vida.
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