Un buen escritor de suspense, como ya lo es Paul Pen, sabe de antemano que el mayor de los thrillers puede ubicarse en la cotidianeidad de una familia bien avenida. Porque la normalidad es siempre esa capa fina endurecida sobre el volcán. No todo lo que fuimos es lo que somos tiempo después. Y eso siempre da lugar a un espacio oscuro donde en ocasiones pueden empezar escapándose los primeros gases que recuerdan la lava que los crea, unas cuantas capas más abajo de la realidad aparente.
Sea más o menos acertada la metáfora, creo que nos entendemos todos cuando consideramos ese punto de mascarada general que puede llevarnos a ocultar que fumamos un pitillo a escondidas de nuestra pareja en el caso más inocente, o que se está viviendo una aventura o hasta que matamos a aquel vecino que daba tan complacienemente los buenos días 😛
Sí. La normalidad es la gran musa de los autores del género de suspense. Porque nadie espera que ocurra lo que ocurre y sin embargo sí que se puede intuir que bajo esa vida de sonrisas, besos rutinarios y carantoñas ocasionales puede ocultarse algún secreto que ansiosos empezamos a buscar en cada página.
Las cosas suelen explotar cuando se combinan de manera inesperada. Un viaje siempre es una salida de la zona de confort, un cambio de estado que puede alterar algún componente…
Hace poco salí de viaje con una autocaravana y lo cierto es que recomiendo la experiencia. Pero en el caso de Frank y Grace el viaje idílico por el Estados Unidos profundo acaba siendo un viaje interior más allá de esa capa fina que comenté antes (ya sabes, la que cubre el volcán de manera provisional y perentoria).
Entre la gran gama de secretos que pueden habitar como fantasmas entre cualquier pareja, los de estos dos protagonistas no cabrían en el mayor de los palacios. Y claro, no siempre es fácil cubrir a un fantasma de grandes dimensiones con una exigua sábana.
Eso sí, reconozcámoslo, estamos deseando que ocurra, que ese estado ideal y hasta empalagoso de esta familia empieza a salpicarse. Y el pasado es una gran fábrica de barro.
Lo que quizás ya no queramos es que ese interés morboso por sacar los trapos sucios acabe apuntando a aspectos más crudos como la venganza y la muerte. Porque hay niños de por medio y todos acaban corriendo el mismo riesgo…
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