Los 3 mejores libros de Zygmunt Miloszewski

La cantera polaca del género negro focaliza toda su energía en un Zygmunt Miloszewski bajo cuya saga del fiscal Teodor Szacki se abrió camino de inmediato por un mundillo del género que lo recibió con los brazos abiertos. Según se dice, los inicios del antaño periodista Zygmunt parecían orientarle a una narrativa más propia del misterio (a España creo que sus novelas de estos comienzos no han llegado hasta hoy).

Solo que su ambientación más oscura pronto derivó hacia otros enigmas más prosaicos que circundan el crimen, a la psique criminal, al alma humana y sus tupidos laberintos. Vamos, lo que viene componiendo cualquier thriller en el que la investigación avanza siempre sobre la cuerda floja.

Su personaje fetiche hasta ahora es el sufrido fiscal Szacki, perdido en ocasiones entre los rincones más ominosos de Varsovia, allí donde la memoria se difumina hasta el siguiente y más doliente despertar. El acierto en la adecuación de su registro temático y la selección de Szacki es evidente a la luz de su salto internacional a diversidad de paises.

Y como siempre resulta interesante conocer cómo se perfila el mal en distintos escenarios, la Polonia de Miloszewski y concretamente la Varsovia más bella pincelada de tonos sniestros por el autor y con sus coletazos románticos, sirven perfectamente a la causa de una narrativa cautivadora. Bienvenido a un nuevo compartido entre Miloszewski y el bueno de Szacki. Acabarás descubriendo que acertaste de pleno al acercarte a alguno de sus libros.

Top 3 novelas recomendadas de Zygmunt Miloszewski

La ira

Tercera parte de la saga. Nada mejor para atrapar en la lectura de una novela negra que presentarnos a unos protagonistas encargados de hacer el bien que se mueven en la cuerda floja de sus circunstancias personales.

Porque de eso todos podemos saber mucho, de la fragilidad con la que nos enfrentamos en ocasiones al mal en cualquiera de sus representaciones… Teodor Szacki no es el prototipo de investigador torturado por su pasado y que transita peligrosamente entre el lado amable del mundo y su intrincado mecanismo subyacente, entregado casi siempre a sórdidos intereses.

Él es fiscal y siempre ha sido un ejemplo en el ejercicio de su actividad, solo que en el momento en el que transcurre esta historia Teodor sucumbe a esa fragilidad. Las cosas no le van bien y quizás no sea el mejor momento para enfrentarse a un despiadado criminal.

El asunto de una mujer que sufre maltrato apunta a esa extraña asunción de la rutina para la que Teodor sabe cómo actuar bajo los patrones habituales de defensa de la potencial víctima. Pero en esta ocasión algo se le escapa, no solo se trata de un caso de maltrato, y la omisión de ciertos detalles acaban por favorecer una cadena de macabros sucesos.

Que Teodor sea capaz de enlazarlo todo será fundamental para enfocar el caso como es debido. La cadena de asesinatos que se van engarzando apuntan directamente a una mente criminal en su máximo explendor. Y Teodor necesita equilibrar al máximo su parcela personal sino quiere acabar fracasando estrepitosamente, con las muertes bajo su conciencia de inoperancia…

La ira, de Zygmunt Miloszewski

El caso Telak

Como pistoletazo a una serie quizás nunca pensada como tal (tan solo la buena acogida de una obra puede asegurar su continuidad), nos encontramos ante un caso a la vieja usanza, con su investigación pivotando en torno a sospechos concitados en un espacio cerrado.

El entorno de un monasterio se encarga de aportar ese halo de misterio de todo edificio entre lo histórico y lo espiritual. Desplazados hasta allí, varios pacientes se concentran en su particular terapia más propia de una secta que de un tratamiento al uso.

No es de extrañar entonces que la muerte acaba apareciendo como parte de un más que posible y retorcido plan oculto entre reuniones y confesiones. Pronto conocemos a quien será el bastión de todas las obras negras del autor, el fiscal Teodor Szacki. Y será él quien vaya sondeando los motivos para el homicidio de tanto sospechoso suelto.

Una novela impresionante y virtuosa en ese ejercicio del misterio criminal que va mucho más allá del fácil reclamo de la teatralización del asesinato y la psicopatía o animadversión del criminal de turno. Una historia sorprendente y estupendamente construída de cabo a rabo.

El caso Telak

La mitad de la verdad

¿Quién va a confesarlo todo pudiendo jugar con las verdades a media luz? La realidad más siniestra puede acabar siendo un constructo perfecto del que el criminal de turno puede salir indemne enlazando de manera provisional los cabos sueltos, justificando con la piel de viejos odios cualquier acto de venganza.

Viajamos hasta la pequeña ciudad de Sandomierz, una de las mejores joyas polacas, cargada de historia y suspendida en el tiempo gracias, paradójicamente, a su escasa evolución con los tiempos. De nuevo uno de esos escenarios perfectos para conferir misterio y poso de melancolía o de decadencia, como se quiera ver. Al igual que la pequeña ciudad, el fiscal Szacki se encuentra como suspendido en su tiempo, divorciado y buscándose a sí mismo.

Pero Sandomierz está a punto de dejar de ser el lugar tranquilo que cabría esperar. La comunidad judia del lugar, con el aciago recuerdo de Treblinka, se ve amenazada por unos ataques sumamente violentos, una caza vengativa que parece querer pagar con la misma moneda, al menos en la mente de quien o quienes estén siendo capaces de semejante proceder criminal.

La mitad de la verdad
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