Mejores libros del desasosegante Hubert Mingarelli

Tan prolífico como desafortunado en el éxito literario más popular, Hubert Mingarelli se marchó en 2020 siendo la eterna promesa de la literatura francesa. Pero claro, es que esta narrativa gala viene copada a nivel internacional desde hace buenos años por autores y autoras como Houllebecq, Lemaitre o Fred Vargas. Y así la cosa se pone bastante más difícil para sobresalir allende sus fronteras.

Pero quien es escritor por convicción no ceja en el empeño de escribir porque básicamente no puede. Lo de ponerse a contar historias es un poderoso vicio que socava toda voluntad a poco que el narrador le coja el gusto a lo de inventarse gentes y mundos…

Y llegado el momento de palmar siempre es una buena época para dar a conocer tu obra, sobre todo si uno aún es joven para salir de escena. Y los escritores si algo tienen siempre es futuro, para acabar falleciendo incluso postrados frente a la página en blanco.

Supongo que poco a poco iremos descubriendo más de Mingarelli. Porque sus obras así lo merecen en última instancia. Vayamos de momento a lo que nos ha llegado al español…

Top novelas recomendadas de Hubert Mingarelli

Una comida en invierno

Un libro sintético en todos sus aspectos, desde sus pocas páginas hasta sus cortas frases. Pero nada es casual en Hubert Mingarelli, todo tiene su explicación…

La concisión puede llegar a ser perturbadora cuando se adentra magistralmente en una narración oscura como esta. No hace falta entrar en más detalles sobre lo peor del ser humano. Tenemos un escenario frío y desangelado, unos hombres armados, un olor a muerte que se cuela entre las frías corrientes del invierno polaco durante la Segunda Guerra Mundial. Verdugos y víctima caminando juntos hacia la justicia sumaria de la muerte por inanición. Y ni aún por esa convivencia extrema puede florecer un ápice de humanidad.

El odio los alimenta a todos, a los tres soldados y al cazador con el que hacen piña. En el otro lado del foco el judío al que deben trasladar hacia su destino escrito por la solución final dictada por el Tercer Reich.

La historia nos es contada por uno de esos tres soldados formados en el odio. Lo acompañan Emmerich y Bauer. Los tres han conseguido un asueto en su ardua tarea de apretar el gatillo de manera automatizada. El siniestro trío que conforma un grupo operativo de ejecuciones itinerantes (Como los vendedores ambulantes que llegaran avisados por sus disparos en lugar de por un megáfono), se dirige en busca y captura de nuevas presas vivas para vanagloria de su macabro líder.

Y encuentran pronto su objetivo. Solo que el camino se vuelve duro y precisan de un descanso en una vieja cabaña junto a un cazador que siente la misma animadversión por los judíos que ellos mismos.

Pero el tiempo pasa y el crudo invierno los mantiene encerrados en la cabaña, con las punzadas del hambre colándose como una acuciante alucinación. Y el tiempo compartido entre todos parece despertar algún atisbo de conciencia enlazada desde la particular situación de cada personaje.

Pero el hambre es el hambre. La supervivencia empieza por el sustento más físico. Y la comida debe ser improvisada. La llegada del cazador con su oferta de un alcohol con el que domar un poco el estómago y la conciencia, eleva la tensión. Los soldados actúan contra los judíos por orden y mando. Quizás ni sientan empatía alguna. Pero el cazador…, su simple mirada hacia el detenido desvela la monstruosidad del odio.

Entre los personajes ubicados en un escenario extremo, el lector es quien se encarga en analizar y de tratar de buscar los motivos de cada acción en ese preparativo de una improvisada comida. Ninguna invitación en mitad de un solitario paraje nos alcanzó con el brutal estallido de conciencia, haciéndonos dudar de si realmente el ser humano puede albergar lo que en cualquier guerra puede llegar a manifestar. Entendiendo además que, en ese paraje no hay guerra, ni trincheras…, tan solo se trata de personas que rondan el infierno de la deshumanización alentada por el poder, con la única esperanza de los destellos de conciencia.

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La tierra invisible

Una pequeña novela sobre los rescoldos de la humanidad cuando los horrores parecen vencidos. Un canto a la melancolía de las almas perdidas de los hombres y mujeres después de la guerra. Seres humanos todos incapaces ya de reparar esa mirada de las mil yardas que no avista nada porque anda sumida en siniestras sombras imborrables…

En 1945, en Dinslaken, una ciudad alemana ocupada por los aliados, un fotógrafo de guerra inglés se resiste a regresar a casa: mientras cubría los últimos coletazos del hundimiento del Tercer Reich fue testigo de la liberación de uno de los campos de exterminio. Ahora, incapaz de retomar «una vida normal», de concebir incluso que algo así pueda volver a existir después de lo ocurrido, decide recorrer el país fotografiando a la gente frente a sus hogares, tratando así de comprender, de individualizar al pueblo que consintió la barbarie nazi.

El coronel al mando del regimiento que liberó el lager le proporciona un vehículo y un conductor, un joven recluta recién aterrizado en el continente. Lo demás será silencio, humanidad y una detallada geografía del infierno en la tierra.

La tierra invisible
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