El escritor valenciano Rafael Chirbes fue uno de los más laureados autores del panorama literario español. Y es asà en gran parte por su práctica literaria de un intenso realismo. Su escritura de ficción, sus artÃculos o sus ensayos componen siempre un fiel reflejo de lo acontecido. Su prosa siempre parte desde el apego y el convencimiento cristalino de hacer crónica imperecedera sobre lo vivido. Una deuda asumida desde el mismÃsimo Pérez Galdós que por supuesto sirvió de inspiración en alguna ocasión a Chirbes.
Pero cuando Chirbes escribe novela por supuesto que ficciona como nadie. Porque el realismo no está reñido con el noble arte de contar historias de una u otra Ãndole. El complemento necesario para que las novelas de este autor trasciendan hacia ese aspecto humanÃstico de las grandes obras simplemente ocurre conforme multiplicamos los focos de sus personajes.
En la acción y en los diálogos, en la descripciones de fuera hacia adentro, a a la psique del protagonista de cualquier escena, acabamos dejándonos llevar por una vertiente impresionista de la pluma movida como el pincel, capaz de transmitir desde sus personajes una potente mezcolanza de dispares colores. Se trata de encauzar pasiones esenciales, emociones y capas subjetivas que conforman la realidad en su forma más compleja y fascinante para la razón del lector.
Top 3 novelas recomendadas de Rafael Chirbes
En la orilla
Cuando una muerte aparece en escena nada más iniciarse una novela actual, de inmediato nos precipitamos a una búsqueda trepidante, a misterios insondables en el fondo de una mente criminal o de un maquiavélico plan de ominoso fin.
Aquà la muerte es otra cosa. De hecho puede que pase el efecto contrario. La muerte puede ir perdiendo interés. Tan solo se trata de un cadáver consumido por millones de bacterias del pantana de Olba. Y el pantano puede que sea la conciencia cargada del paso del tiempo, donde abandonamos nuestros propios cadáveres un poco cada dÃa. El protagonista de la historia, Manuel alcanza a ser cualquier lector porque su alma lo acopia todo, lo mejor y lo peor. Y cualquier transición es siempre asumible, entendible.
Porque todo giro, todo cambio de singladura, por muy errática que sea, acaba encontrando motivos innegables que vamos ganando entre la crudeza, las miserias, los amores y los desengaños. La prosa de Chirbes adquiere ese tono lÃrico, inconcebible en la novela, solo posible en genios de las formas que acaban alzándose al cielo o sumiéndose en el fondo del pozo más oscuro. Y en esos contrastes es donde lo humano brilla como la perla en medio de un relato que empieza por una muerte entre la oscura vida del manglar de nuestra sociedad.
Crematorio
La antedicha dualidad de las obras de Chirbes tienen además otra virtud añadida, muy disfrutable en esta novela. Se trata de la lectura contextualizada o la simple lectura como relato de las vivencias de sus personajes.
La sinfonÃa siempre suena bien gracias al virtuosismo de un autor que sabe sacar lo mejor de cada instrumento del lenguaje hacia la mejor armonización de la idea o intención final a transmitir. Pero todo está en manos siempre de los músicos… Los personajes de Chirbes tienen esa vida arrebatadora de los habitantes de la vida más real y cercana a nuestra piel. Y eso parece como un añadido exógeno a la creación de la novela. Porque las grandes historias son aquellas en las que sus protagonistas actuaran con la intensidad de quien se sabe vivo, de quien cree que ciertamente puede labrarse un destino más allá de lo trazado por el escritor de turno.
Crematorio es una novela tan buena como «En la orilla» pero con un componente social más marcado que quizás en algún momento me alejara de unos personajes con los que me encantaba avanzar por la historia. Pero el interés de un escritor en desnudar miserias sociales siempre acaba por deslizarse en toda trama en menor o mayor medida. Y ahà se trata tan solo de gustos… La cuestión es que desde la muerte de MatÃas, su hermano Rubén centraliza la trama junto a su familia y una serie de ramificaciones que sirven para hilvanar esa hiedra de vida y crónica social rica, fresca, brillante, tupida y oscura en sus profundidades
La buena letra
La intrahistoria por excelencia. El foco completamente orientado a lo pequeño, entre las sombras de un devenir social que tan solo acompaña como un silencioso cosmos en torno a la Tierra rotando en torno al sol.
En ese planeta estan solo Ana y su hijo, los recuerdos de una madre y todas las explicaciones, justificaciones, viejos anhelos, fracasos, culpas… La vida de la madre vomitada desde el alma para abordar los dÃas grises de la postguerra, al final de cualquier postguerra en la que el orden moral es de nuevo fijado como incipiente religión instaurada para la posteridad, para toda la vida en un matrimonio social con violencia diaria, desprecio, malos tratos y omisión de cualquier otra voz.
La belleza narrativa de Chirbes, su melancólico trazo, aporta ese lado siempre esencial del devenir humano en una evolución manifiestamente involutiva siempre. Y parece como si la única forma de compartir «humanidad» en su definición y connotación más significativa sea empaparse de las sabias palabras que encuentra Ana para exponer al hijo las sombras y los pocos destellos de luz que comparten el mundo.