En esa pirámide de la generación beat, desde la que un Lucien Carr poco dotado para la escritura parecía conducir los destinos literarios de los Kerouac o William S. Burroughs entre otros, jamás podría imaginar que sería su propio hijo, Caleb Carr, quien finalmente atesorara esa capacidad literaria que a él siempre se le negó.
En Caleb Carr encontramos a un escritor de novelas, pero también al redactor de libros de no ficción en torno a lo militar o de artículos de todo tipo. Y no cabe duda de que se desenvuelve con maestría en eso de poner negro sobre blanco todo lo que apetece contar de su particular universo creativo o sobre lo que le gusta profundizar en temáticas de la realidad social o política.
En su faceta más valorada y reconocida que no es otra que su ocupación novelística, sus lectores valoran ese universo con un punto decimonónico reajustado hacia lo bélico, hacia una épica de la supervivencia. Fantasías y grandes tramas no exentas de rigurosa documentación para el momento histórico en el que se presentan.
Como digo, un escritor con ramalazos inquietantes de Edgar Allan Poe compensado en otros momentos con tramas más desarrolladas al punto de Conan Doyle. Una combinación fantástica con sus altibajos, pero siempre una gustosa penetración en planteamientos de un pasado no tan lejano en el que, bajo el prisma de Caleb, puede pasar cualquier cosa.
Top 3 libros recomendados de Caleb Carr
El alienista
El siglo XX asoma como un horizonte próximo en New York. Un horizonte de luces anaranjadas como lecho para un sol que deja paso a la oscuridad de una ciudad que pasa a someterse a sus nuevas reglas. Las aves nocturnas del Nueva York de 1896 pasan a dibujar un escenario propio del imaginario de Carr, con inspiraciones tétricas desde lo mágico.
Pero en el fondo El alienista es una novela policíaco colmada de gratificantes adornos entre lo místico y lo gótico. El alienista no es otro que Laszlo Kreizler, psicólogo con esa etiqueta todavía esotérica del que estudia la mente humana y sus posibles vericuetos hacia la patología y el crimen.
Un asesino despiadado ha dado cruel muerte a una víctima en el puente de Williamsburg y tanto Laszlo como John Schuyler Moore, avezado periodista requerido en ocasiones por la policía por su exhaustivo conocimiento del submundo de la ciudad, abordan la tarea de dilucidar qué es lo que ha pasado.
El ángel de la oscuridad
La serie Kreizler encuentra continuidad en esta obra en la que profundizamos en esa Nueva York oscura. Siempre merece la pena adentrarse en ese pasado tenebroso imaginado por Carr para la urbe que ya es el faro del mundo occidental en todo ámbito.
Lo cierto es que NY es la ciudad por excelencia para relatos, novelas y películas. Su condición cosmopolita, su naturaleza composición de migrantes de aquí y de allá desde tiempos remotos la convierten en una exquisita miscelánea en la que Caleb Carr se mueve como pez en el agua para presentar historas siempre posibles en los supuestos más insondables.
Todo puede ser en NYC y Laszlo Kreiler se convierte en necesario intérprete de la vida real para una policía que a duras penas afronta los casos variados del crimen.
Cuando la hija del cónsul español es raptada, la policía empieza a dar sus palos de ciego hasta entregarse finalmente a este Sherlock Holmes de la psique humana, enfrentado a un caso que apunta a riesgo de crimen inminente.
Una historia que también aporta una revisión del conflicto diplomático entre Estados Unidos y una España que se resiste a abandonar sus últimos centros neurálgicos de influencia.
El caso del secretario italiano
La devoción de Carr por Conan Doyle queda manifiesta en esta novela que supone una continuación de las pesquisas propias del personaje estrella Sherlock Holmes. Un acto de resurrección literaria tan atrevido como bien conseguido finalmente.
El nuevo caso conduce a Sherlock Holmes y Watson centran sus tareas investigadoras en un suceso pretérito de gran relevancia. Todo un reto para Sherlock Holmes que deberá retrotraerse hasta el siglo XVI mediante una investigación histórica para determinar quien mató a David Rizzio, albacea de grandes secretos de la reina de Escocia y en cuyas manos acopiaba información trascendental que pudo haber cambiado la historia de Gran Bretaña.
Claro está que la investigación debe sumirse en un toque fantástico que sea capaz de enlazar los hechos remotos con la realidad de un Sherlock Holmes tan predispuesto como siempre a aceptar lo sobrenatural como parte de la materia a investigar y esclarecer.
