Los 3 mejores libros de Alan Parks

El caso de músicos que se pasan a la literatura es más habitual que lo contrario. Será que los escritores son incapaces de dar un par de acordes con sentido. O quizás que los músicos son al final trovadores con alma de narradores que nunca se han pasado a la literatura como indicamos inicialmente sino que siempre han estado ahí, entre letras.

De hecho son ya muchos los casos como Patti Smith, Jo Nesbo o el singular Nobel de Literatura Bob Dylan… Y así llegamos hasta un Alan Parks aterrizando en el género negro con la vitola de superventas a las primeras de cambio. Nada mejor para ello que erigir a un gran personaje como quien centraliza su ya anunciada serie Harry McCoy.

Con su Harry McCoy, Alan nos conduce por una ciudad de Glasgow adaptada a un imaginario retrotraído a una década de los setenta del siglo XX. Una década que seguramente acompasó los años tiernos de la infancia y psicodélicos de la juventud. Sin duda el mejor escenario imaginado donde despertar las contradicciones de luces y sombras por las que la novela negra se mueve en su habitat natural.

Top 3 novelas recomendadas de Alan Parks

Hijos de febrero

La típica segunda parte en la que la acción ya despega sin prolegómenos, directos a una acción trepidante extendida en forma de ondas que mezclan el presente y el pasado, un crimen reciente y culpas pretéritas. El mal es todo uno y puede despertar de la manera más insospechada…

Aún no ha amanecido sobre los húmedos tejados de Glasgow cuando la policía recibe una llamada anónima: han asesinado violentamente a un joven en la décimocuarta planta de un edificio en obras. En el pecho, le han grabado a cuchillo la palabra «ADIÓS». Ese truculento asesinato golpea íntimamente a un conocido y poderoso mafioso, Jake Scobie, y, sobre todo, a su caprichosa hija, Elaine.

El agente Harry McCoy, que aún no se ha incorporado al trabajo después de la terapia a la que le abocó su anterior caso, tendrá que encargarse de la investigación. No obstante, ése no será el único cadáver de ese frío mes de febrero de 1973 en que la nieve cubre sin piedad las calles de la ciudad.

Mientras tanto, el colega ya no tan novato de Harry, Wattie, trata de alcanzar heroicamente el grado de sargento. Y del horizonte emergen otras sombras, más densas que las tormentas que se ciernen sobre Glasgow: las más peligrosas son las que obligarán a nuestro protagonista, McCoy, a regresar a su atormentada adolescencia, transcurrida en orfanatos y casas de acogida.

Hijos de febrero

Enero sangriento

McCoy se nos presenta como un advenedizo policía intempestivo. El típico que llega para comerse el mundo, con el eslogan de cumplir y hacer cumplir la ley recién estrenado, a punto pues del choque con esa cruda realidad que conduce a todo investigador de lo siniestro y lo sórdido que s precie hacia los recovecos más insondables del mundo y hasta del alma.

Glasgow, enero de 1973. Cuando un joven, casi un adolescente, dispara a una chica en mitad de una céntrica calle y después se suicida, el detective McCoy tiene la convicción de que no se trata de un acto de violencia aislado. Mientras lidia con un compañero novato, McCoy utiliza sus contactos para acercarse a la familia más rica de Glasgow, los Dunlop, pues allí le llevan sus pesquisas.

En el mundo de los Dunlop, hay drogas, sexo, incesto; cada infame deseo encuentra satisfacción, a expensas de los escalafones más bajos de la sociedad, que incluyen al que fuera el mejor amigo de McCoy en el orfanato, el narcotraficante Stevie Cooper. La juventud de Harry McCoy, su cabezonería, y su temeridad, que le lleva constantemente a cruzar la raya de la legalidad, son las únicas armas con las que cuenta para resolver su primer caso.

Enero sangriento

Bobby March vivirá para siempre

Tercera parte de la serie Harry McCoy. Una trepidante entrega en la que no hay tiempo para tomar aire. Casos dispersos que se ciernen sobre el ya emblemático héroe de Parks para aturullarnos con gusto en torno a una acción siempre sorprendente.

Glasgow, julio de 1973. Se llama Alice Kelly, tiene trece años, y ha desaparecido. Han pasado ya quince horas desde que alguien la vio por última vez. El agente Harry McCoy sabe que las probabilidades de un desenlace fatal son muy altas.

Apenas se ha desplegado el dispositivo policial de búsqueda cuando el guitarrista Bobby March, la estrella de rock local, sufre una sobredosis en un hotel; la víspera había actuado en un concierto en el que, a juicio de McCoy, no estuvo muy brillante. Sea como sea, los periódicos necesitan noticias sangrientas; los mandos de la policía, resultados; y la ley, respeto, cueste lo que cueste. Para colmo, la sobrina del jefe de McCoy se ha eclipsado; McCoy, discretamente, tendrá que localizarla. Pero ¿podrá Harry McCoy con todo?

Bobby March vivirá para siempre

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Muerte en abril

La inagotable capacidad creativa de Parks lo ubica en lo más alto de la pirámide del noir actual con evocaciones innegables al género negro con tintes más retro. La época y su ambientación ayudan. Pero aún así siempre es complejo adentrarse en una trama criminal desprendiéndose de componentes actuales que puedan ayudar a elaborar el caso y su resolución.

Parks anda sobrado de argumentos como para conducirnos hasta un siglo XX donde el criminal de turno aún podía darse el gusto de matar, incluso en serie, y esperar a ser encontrado solo al amparao de la perspicacia de alguien como McCoy. Claro que ciertos escenarios rescatados de la realidad misma ayudan para presentar una historia final tan redonda…

Abril de 1974, día de Viernes Santo. Una bomba casera estalla en un piso de Woodlans, un barrio pobre de Glasgow. ¿Qué hace una bomba allí? ¿Será el IRA? Al fin y al cabo, y según el agente Harry McCoy, Glasgow es como Belfast pero sin bombas. En el piso encuentran un cadáver (o parte de él, pues el resto está repartido por todo el comedor).

Alguien estaba construyendo una bomba y le ha estallado en las manos. En plena investigación, un hombre aborda a McCoy en un pub donde están de celebración con la familia de su colega Wattie, que acaba de ser padre. Ese desconocido, llamado Andrew Stewart, es un rico estadounidense cuyo hijo (marine, veintidós años, seis meses de servicio en el USS Canopus) lleva tres días desaparecido; está desesperado, y tras recurrir en vano a todos los medios oficiales, acude a McCoy en busca de ayuda. Así arranca la trepidante cuarta entrega de las novelas protagonizadas por el policía Harry McCoy.

Muerte en abril
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