Los 3 mejores libros de Maryse Condé

La escritora caribeña Maryse Condé (digo caribeña porque apuntar a su condición francesa por reductos coloniales aún vigentes, pues como que se me hace raro) hacía de su literatura, casi siempre en clave de ficción histórica, un auténtico escenario teatral donde cada uno de sus personajes declama su verdad. Intrahistorias hechas rabiosas certidumbres como de soliloquios a media luz. Reivindicación que consigue alcanzar sus dosis de revancha respecto a relatos oficiales u otras crónicas que exilian nombres que debieran ocupar grandes páginas.

Todas las historias made in Condé ofrecen similares vistazos al mundo en deuda con unos u otros. Desde su mismísima figura en sus arranques de tintes biográficos hasta la representación de cualquiera de sus personajes emblemáticos. Concienciación desde la autenticidad que despeja todas las posibles dudas sobre cómo acontecieron los hechos revisitados por Condé, con las dosis más intensas de empatía para ser capaces de reaprender, si es procedente así, la Historia.

La bibliografía con sello de Maryse Condé se incrementó durante sus fértiles 90 años. Tanto en volumen como en reconocimientos y alcance internacional. Porque más allá de géneros más aferrados a la ficción pura. Las semblanzas de vida de Condé también aportan suspense desde la mera supervivencia. Tramas vívidas hacia la resolución que la vida misma ofrece con sus dejes de crudeza o de insospechado esplendor.

Top 3 mejores novelas de Maryse Condé

Yo, Tituba, la bruja de Salem

Seguramente el más delirante de los casos de machismo histórico sea lo de las cazas de brujas repetidas en medio mundo como un verdadero tic misógino exacerbado bajo el paraguas de la religión (peor me lo pones). En alguna ocasión escribí un relato bastante extenso sobre los autos de fe de Logroño y recordé en esta historia ese mismo ambiente de revanchismo porque sí. Solo que en esta ocasión la esclava Tituba puede llegar a ser la bruja que todos más temían…

Maryse Condé adopta la voz de la mística Tituba, la esclava negra que fue juzgada en los famosos procesos por brujería que tuvieron lugar en la ciudad de Salem a finales del siglo XVII. Producto de una violación a bordo de un barco negrero, Tituba fue iniciada en las artes mágicas por una curandera de la isla de Barbados.

Incapaz de sustraerse a la influencia de los hombres de baja moral, será vendida a un pastor obsesionado por Satán y acabará recalando en la pequeña comunidad puritana de Salem, en Massachussets. Allí será juzgada y encarcelada, acusada de haber embrujado a las hijas de su amo. Maryse Condé la rehabilita, la arranca del olvido al que había sido condenada y, finalmente, la devuelve a su país natal en la época de los negros cimarrones y las primeras revueltas de esclavos.

Yo, Tituba, la bruja de Salem

El evangelio del Nuevo Mundo

Un nuevo Dios llegado a este mundo, hecho carne para ofrecer, quizás, una segunda oportunidad al ser humano advertido de su remota llegada. Pero el hombre actual es descreído por imperativo de sus más hondas contradicciones. Dios no puede existir más allá de las iglesias como la moral solo puede caber en una urna.

La madrugada de un Domingo de Pascua, una madre recorre las calles de Fond-Zombi y un bebé abandonado llora entre las pezuñas de una mula. Ya adulto, Pascal es atractivo, mestizo sin saberse de dónde, y sus ojos son tan verdes como la mar antillana. Vive con su familia adoptiva, pero el misterio de su existencia no tarda en hacer mella en su interior.

¿Cuál es su origen? ¿Qué se espera de él? Los rumores vuelan por la isla. Se dice que cura a los enfermos, que lleva a cabo pescas milagrosas… Se dice que es hijo de dios, pero ¿de cuál? Profeta sin mensaje, mesías sin salvación, Pascal se enfrenta a los grandes misterios de este mundo: racismo, explotación y globalización se funden con sus propias vivencias en un relato lleno de belleza y fealdad, de amor y desamor, de esperanza y derrota.

El evangelio del nuevo mundo

Corazón que ríe corazón que llora

Un ejercicio natural hacia el relato de cualquier vida contiene ese particular equilibrio entre los ingredientes vitales que a cada cual le tocan en suerte o desgracia. En el caso de Maryse no cabe duda que la mezcla es la que es. Porque la idealización es un reflejo en el que emborronar los malos momentos, si es que uno lo necesita. Mientras que el realismo es ese testificar del paso de uno por el mundo. Y una escritora como Maryse empeñada en el testimonio más estremecedor consigue que riamos o que lloremos con esa misma sensación paradójica que apunta Sabina sobre Chabela Vargas.

No es fácil vivir entre dos mundos, y la niña Maryse lo sabe. En casa, en la isla caribeña de Guadalupe, sus padres se niegan a hablar criollo y se enorgullecen de ser franceses de pura cepa, pero, cuando la familia visita París, la pequeña repara en cómo los blancos los miran por encima del hombro.

Eternamente a caballo entre la lágrima y la sonrisa, entre lo bello y lo terrible, en palabras de Rilke, asistimos al relato de los primeros años de Condé, desde su nacimiento en pleno Mardi Gras, con los gritos de su madre confundiéndose con los tambores del carnaval, hasta el primer amor, el primer dolor, el descubrimiento de la propia negritud y de la propia feminidad, la toma de conciencia política, el surgimiento de la vocación literaria, la primera muerte.

Estos son los recuerdos de una escritora que, muchos años después, echa la vista atrás y se zambulle en su pasado, buscando hacer las paces consigo misma y con sus orígenes. Profunda e ingenua, melancólica y ligera, Maryse Condé, la gran voz de las letras antillanas, explora con una honestidad conmovedora su infancia y su juventud. Un magistral ejercicio de autodescubrimiento que constituye una pieza clave de toda su producción literaria, que le ha valido el Premio Nobel Alternativo de Literatura 2018.

Corazón que ríe corazón que llora
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