Los 3 mejores libros de Joseph Mitchell

Hubo un tiempo en el que los cronistas periodísticos hacían literatura de la realidad. Más allá de ofrecer un pensamiento crítico, tipos como Joseph Mitchell o hasta Hemingway o Faulkner se reconvirtieron en escritores esenciales que transmutaban entre narraciones realistas, con las que llenar columnas hacia la épica cotidiana, o novelas desbordadas ya hacia supuestos mucho más complejos en forma y fondo.

Por la parte que le toca a Joseph Mitchell su cosmos narrativo se ubicó en ese Nueva York legendario como paradigma del siglo XX asomado a la modernidad con todas sus aristas. Epicentro para concitar culturas con sus conflictos, sus luces y sus sombras.

El mismísmo Tom Wolfe encontró en Mitchell ese claro referente desde el que abundar en escenarios urbanos cargados de disparidad de focos y percepciones. Un inagotable manantial desde el que componer las historias más necesarias para entender un siglo XX donde las grandes ciudades concitaban esencias artísticas y humanas.

Top 3 libros recomendados de Joseph Mitchell

El secreto de Joe Gould

La paisajística más humana de las grandes urbes ofrece siempre visiones fascinantes. Esas que nos hacen detener la vista en la exuberancia de un personaje cargado de inusual color entre la medianía gris. Ese era el secreto de Joe Gould quizás sin él mismo saberlo. Porque él no pretendía focalizar la atención sino desviarla hacia visiones que se escapan entre ese gris aparente.

¿Quién fue ese Joseph Ferdinand Gould, el cándido e inquietante protagonista de estas semblanzas? Hijo de una de las familias más tradicionales de Massachusetts, licenciado en Harvard, en 1916 rompió con todos los lazos y tradiciones de Nueva Inglaterra y se marchó a Nueva York, donde poco después se dio a la mendicidad.

Su objetivo declarado era la escritura de una obra, una monumental Historia oral de nuestro tiempo, en la que recogería miles de diálogos, biografías y semblanzas del hormiguero humano de Manhattan. Ezra Pound y E.E. Cummings, entre otros muchos, se interesaron en el proyecto y llegaron a hablar de él en sus revistas; mientras tanto, Gould dormía en la calle o en hoteles de mala muerte, apenas comía, se vestía con los harapos que sus amigos poetas o pintores de Greenwich Village ya no usaban.

Y aunque era frecuente verlo borracho e imitando el vuelo de una gaviota, su Historia oral, que nadie había visto aún, gozaba ya de cierto predicamento. A la muerte de Gould, en 1957, sus amigos emprendieron una larga búsqueda de su famoso manuscrito por los rincones del Village que aquél frecuentaba.

El sorprendente resultado de esa expedición, que desvela el «secreto» al que se refiere el título, es lo que nos cuenta Mitchell en su segunda crónica. En las raras ocasiones en que el periodismo se vuelve gran literatura no sólo nos hallamos ante un autor de genio; hace falta además un enorme personaje «El último bohemio», como llamaban a Gould, rescata el ideal romántico del escritor poseído por su obra, entregado enteramente a ella y un escenario único, el del hervidero de energía humana que era el Nueva York de los años cuarenta y cincuenta.»El secreto de Joe Gould» es un libro para disfrutar línea a línea, para no perder detalle y para seguir descifrando su rico significado hasta mucho después de haber concluido la lectura.

El fondo del puerto

La vista desde la confluencia entre el Hudson y el East River es uno de esos pocos espacios que mutan a cada vistazo. Un lugar donde aún se evocan llegadas de remotos emigrantes en busca de destinos finalmente recogidos por tipos como Mitchell, en el mejor de los casos.

De los varios libros en que se fueron recopilando, este siempre ha estado considerado como el mejor y más representativo del estilo Mitchell. Reúne seis piezas escritas en las décadas de 1940 y 1950. Son textos independientes pero vinculados entre sí, porque en todos ellos el autor merodea por el frente marítimo de Nueva York y explora una ciudad muy alejada de las postales turísticas. Mitchell describe las zonas portuarias, el río Hudson y el East River, el mercado de pescado, las ya desaparecidas instalaciones dedicadas al cultivo de ostras, un viejo cementerio en Staten Island, barcazas, gabarras, barcas de pesca y personajes singulares como Sloppy Louie, el dueño de un restaurante.

Retrato del vientre de la ciudad y también de un mundo que desaparece, de historias del presente y leyendas del pasado, de tipos excéntricos, El fondo del puerto es una prodigiosa crónica de Nueva York y sus habitantes: periodismo de primera y gran literatura. 

El fondo del puerto

La fabulosa taberna de McSorley

Lo de Nueva York fue en manos de Mitchell lo que hoy es en manos de Fran Lebowitz. Hacer periodismo, crónica social, sátira o simplemente citas para eventos de la gran ciudad acaba por ser trascendente crónica de lo mundano, engalanándolo desde lo miserable hasta lo más admirable. Porque las miserias tienen sus instantes de gloria, mientras que el oropel del éxito más clamoroso acaba siendo rápidamente bruñido por el frenesí de la ciudad en busca de nuevos mitos fugaces.

Mujeres barbudas, gitanos, sibaritas, camareros, obreros indios, bohemios, visionarios, fanáticos, impostores y toda clase de almas perdidas circulan en este recopilatorio de veintisiete crónicas publicadas en la sección del New Yorker dedicada a los perfiles de los personajes más exóticos de la ciudad.

Personajes todos de carne y hueso que conforman un fresco extraordinario de las décadas 30 y 40 del siglo pasado, una época dorada en la que se fraguó el gran crisol que fue y sigue siendo la ciudad de Nueva York.

La fabulosa taberna de McSorley
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