Los 3 mejores libros de Alma Delia Murillo

Ser heredera de Juan Rulfo supone un ejercicio de responsabilidad. Más aún cuando uno no tiene por qué recoger fantasmas de otros para llevarlos a habitar su alma. En el caso de la escritora mexicana Alma Delia Murillo el asunto parece un fundamento narrativo de trasfondo, una excusa para narrar con ese deje persuasivo sobre lo nostálgico, lo existencial y lo sociológico.

Con los libros de Alma Delia disfrutamos de multitud de sensaciones que se abrazan al intimismo, pero que gustan de acciones que justifiquen cualquier propuesta narrativa. Un equilibrio, un empeño que hace de sus historias ese todo entre fondo y forma anhelado por todo aquel que se sienta a escribir alguna vez en su vida.

En plena sintonía generacional parece como si el asunto de la lectura de sus obras cobrara otra dimensión añadida. Porque hay algo de magnetismo en el imaginario coetáneo. Como de conversación de bar donde todo fluye con mayor naturalidad en base a símbolos compartidos y evocaciones fluidas de lo vivido. De cualquier forma siempre es uno de esos descubrimientos atesorados para cualquier lector. Imprescindible.

Top 3 libros recomendados de Alma Delia Murillo

Cuentos de maldad (y uno que otro maldito)

Los volúmenes de relatos tienen la extraña virtud de recoger las vidas de sus personajes bajo el paraguas de la imaginación del autor. Vidas dispares, destinos alejados unos de otros, propuestas e hilos narrativos muy dispares… Pero todos esos protagonistas fugaces, en medio de escenarios remotos, acaban por robar cachitos del alma de la autora. La cuestión es si en ese imaginario desplegado sobre cada «pequeña» historia la autora es capaz, como ocurre en este caso, de hilarlo todo con esa empatía capaz de cobijar todo lo humano.

Contradicciones, supervivencia, resiliencia, desesperación, deseos, pasiones, miedos y culpas. Los relatos se enfocan a diversidad de puntos como estrellas en el firmamento, componiendo finalmente esa cúpula que lo es todo. En eso acaba conformándose este libro con sus veinte historias inolvidables.

De El vampiro del Bed and Breakfast, que va sembrando cadáveres donde se hospeda, a Jackie, la sensual repartidora de comida que entra en la casa de sus solitarios clientes y los ejecuta, pasando por Bartolo Gomer en La rebelión de los de en medio, quien provoca una revolución incendiaria en un gris corporativo de oficinistas, estos cuentos relatan cómo, en pos del éxito y la «calidad de vida», hemos construido pequeños infiernos a través de la tecnología, la persecución de la productividad y la devoción por absurdos propósitos que, antes o después, se vuelven contra nosotros.

Los protagonistas de estas historias mutan de buenas personas -incluso buenos objetos como La mesa de siempre- a seres que permiten que su lado oscuro se asome como una conquista de libertad. Desobedecen, renuncian, traicionan, matan y se dejan poseer por ese Diablo frágil que, como decía Fernando Pessoa, corrompe pero ilumina.

Cuentos de maldad (y uno que otro maldito)

El niño que fuimos

Cada cual va sorteando sus deudas e hipotecas de la mejor manera posible. Solo una de esas deudas jamás puede ser pagada. Me refiero a lo que prometimos ser o hacer cuando éramos niños y lo que finalmente nos ocurre. Todo relato de la infancia tiene ese punto de nostalgia, de melancolía, con dejes de extrañante felicidad. En esta ocasión Alma nos habla de deudas confirmadas, ya cuando uno aún ni tan siquiera ha tenido tiempo de proyectar esos sueños que acabarán rotos en su mayoría. Y así el asunto cobra nuevas dimensiones…

Óscar, María y Román se conocen en un internado que será para ellos campo de juegos, pero también un puente hacia la noche oscura del alma: ninguno de los tres puede evadir el dolor y todos comparten fantasías grandilocuentes. Juntos atravesarán la soledad y la orfandad, y se enfrentarán a la necesidad de tomar decisiones que les marcarán durante el resto de sus vidas. Después el destino los separará durante veinte largos años.

Para cuando se reencuentran, los tres son ya otras personas, tres adultos comunes con problemas comunes… pero en su presente y en su pasado hay nudos por desatar: la homosexualidad, la venganza, la culpa matricida, el amor soterrado. Juntos de nuevo buscarán respuestas tanto en sus circunstancias actuales como en los niños que fueron.

La cabeza de mi padre

Hay algo más hiriente que la figura del hijo pródigo. Porque aquel tan sólo se ocupa de malvender su propio destino. Me refiero a la figura del padre pródigo. Porque este otro se ha ocupado de abandonar pasado, presente y futuro, existencia al fin y al cabo. Buscar al padre pródigo quizás solo sea un vano intento de encontrar sentido a la vida. Quizás no haga falta ni encontrarlo finalmente para acabar pasando de orfandad a plenitud.

A sus cuarenta años, como un roadtrip, sin más referente que una fotografía vieja, una hija emprende la búsqueda de su padre. Mientras narra la decisión de ir a conocerlo y el viaje que la lleva de Ciudad de México a Michoacán, iremos construyendo, junto a ella, el pasado, los amores, las alegrías, los accidentes, las ausencias.

«Todos somos hijos de Pedro Páramo», nos dice Alma Delia Murillo, ante el factor tan común que es el abandono del hogar por parte del padre. Frente a este hecho, ella se desnuda en cada capítulo para hablarnos de la necesidad de reconstruir ese símbolo de peso universal, para lograr definirse.

Su vida, entonces, se despliega como el entramado de esta búsqueda: entre siete hermanos y una madre trabajadora, la protagonista crece y reflexiona no sólo sobre su biografía, sino también sobre la historia de un país profundamente dividido en donde las mujeres no han contado lo suficiente, desde su punto de vista, el relato del padre.

La cabeza de mi padre es un libro transparente, en el que los lectores acompañaremos el viaje para dar con ese hombre de destino misterioso y, quizá, alcanzaremos a ver destellos de nuestras propias búsquedas. Una historia escrita desde la entraña, desde donde sólo se puede transitar el camino hacia el origen.

La cabeza de mi padre
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