Los 3 mejores libros de Juan Manuel de Prada

Cuando un autor irrumpe con un primer libro bajo el título Coños, ya se puede adivinar que la intención controvertida y el desparpajo iban íntimamente ligadas al escritor en ciernes. Y el libro acabó siendo eso, un ejercicio liberador para un veinteañero que explota su capacidad narrativa desde un ensayo con aroma lírico, de rica prosa poética y que aborda con humor e insolencia tabús clásicos sobre la mujer, el sexo, la historia y los coños.

A día de hoy Juan Manuel de Prada ya es un escritor de prestigio. Y mucho más allá de su manifiesto ánimo por la controversia (siempre con un fundamentado pensamiento crítico que también maneja como reconocido ensayista), que nos puede llevar al etiquetado fácil, en cada nuevo libro irrumpe el gran escritor que domina lenguaje, recursos y tempo narrativo.

Nunca está de más leer sin prejuicios para encontrar al creador. Podemos estar más o menos en sintonía con un escritor muy dado a las apariciones públicas, a las columnas periodísticas y a las tertulias. Pero la literatura es otra cosa, debe ser otra cosa. Y Juan Manuel de Prada es un heredero de Umbral muy recomendable.

Y así, sin prejuicios podemos encontrar grandes novelas de un escritor que se manifestó tempranamente y que ya contempla una quincena de libros y varios premios literarios de prestigio.

Top 3 novelas recomendadas de Juan Manuel de Prada

La tempestad

Poco después de esa singular irrupción literaria que fue Coños, Juan Manuel de Prada consiguió el premio Planeta 1997 con tan solo 26 años.

La Tempestad nos habla de ese descubrimiento de la parte más interna del ser, de la personalidad compuesta por pulsiones, por emociones, por el descubrimiento de la belleza y de lo artístico como lo único capaz de mostrarte la verdad más allá de la razón y los sentidos a su servicio.

No es que se trate de una novela existencialista, en realidad la trama se sostiene en un intenso dinamismo sobre las particulares vivencias de Alejandro Ballesteros, profesor de arte, en una melancólica y enigmática Venecia en la que vivirá la aventura de su vida.

Él «tan solo» buscaba estudiar el cuadro «La Tempestad», de Giorgione. Pero es el propio lenguaje empleado por el autor el que eleva la historia hasta ese punto existencial donde la muerte, el amor y la pasión acaban componiendo una acuarela literaria para disfrutar en su contemplación linguística.

La tempestad

La vida invisible

No sé cómo mi propia hermana llegó a la conclusión de que esta novela le recordaba por momentos a mi forma de escribir. La cuestión es que abismales comparaciones aparte, un buen día me la regaló.

Será porque la historia parte de las vivencias de un humilde escritor, Alejandro Losada que conoce de la desaparición de uno de esos rostros que acaban invadiéndolo todo como reclamo publicitario, una cara, una pin-up de nombre Fanny Riffel que permanece en el imaginario de mucha gente allá por los años 50 y cuya vida invisible se evapora entre la cotidineidad de una ciudad como Chicago, entregada a otros menesteres rutinarios.

Solo que en ese viaje a chicago pocos días antes de su boda, el propio Alejandro acabó generando su propia vida invisible, la de Elena, a quien cubrió de amor y comprensión en una de esas fugaces terapias placebo. De Fanny quizás nunca consiga saber nada. Pero quizás Elena decida hacerse visible para trastocarlo todo…

Las máscaras del héroe

No hace mucho que visité por vez primera el café Gijón de Madrid. Sentado en una de esas mesa, con la acertada conservación estética de iluminación y mobiliario se puede uno imaginar a tantos y tantos creadores bohemios que, entre los delirios del vino, se creían capaces de escribir la mejor novela del siglo XX, si es que no lo habían hecho ya.

Esta novela habla un poco de ese espíritu con aroma a vino rancio y a ideales sumidos en el derrotismo y la vanagloria del creador. Multitud de personajes componen ese paseo por el Madrid del viejo imperio hecho ya trizas.

Un tiempo y un lugar en el que los idealistas y los cronistas de su tiempo compartían fatalismo, nihilismo, caínismo y la sempiterna picaresca española. Una narración que en manos del autor te acaba transmitiendo la melancolía y el motivo que de mayor manera puede inspirar a un escritor: el derrotismo.

Las máscaras del héroe

Otros libros recomendados de Juan Manuel de Prada

Raros como yo

Más que nunca considerarse raro hoy en día es una proclama de libertad absoluta. Porque la normalidad se ha hecho medianía, simplicidad y lo que es peor, polarización sin posibilidad de enmienda a lo que siempre fue la virtud, el centro. Los frikis, los raros están hoy en el centro, observando el peloteo del mundo como dos tenistas enconados en la victoria más absurda. Ser raro, como dice Juan Manuel de Prada es ser libre, virtuoso y consciente de la realidad.

Juan Manuel de Prada nos presenta a sus amigos raros, los aguafiestas de la corrección, las anomalías de este planeta cada vez más tendente a la planicie…

Presentamos en este libro una apasionada y apasionante galería de escritores raros o malditos, desde genios incomprendidos y expulsados trágicamente a las tinieblas –ahí tenemos el caso paradigmático de Léon Bloy– hasta escritores por completo irrelevantes, a veces incluso tarambanas locoides y casi ágrafos, que sin embargo esconden, entre los repliegues de una vida descacharrada y una obra ínfima, esa «alma potente y extraña» que choca a la sensibilidad dominante.

Para Juan Manuel de Prada, maldito es el escritor  que se revela contra las convenciones ideológicas y estéticas imperantes en su época; y así puede llegar a afirmar que «maldito no es hoy el autor que se complace en invocar a los demonios, sino el que se atreve a rezar a los santos; maldito no es el activista del desenfreno, sino el apóstol de la templanza; maldito no es el rapsoda chillón de la libertad, sino el juglar discreto de la tradición». 

Entre los malditos reunidos en Raros como yo encontramos escritores que fueron aplaudidos en vida para después caer en el olvido, como Concha Espina; otros despreciados en vida que después han sido rescatados, como Felisberto Hernández; y hallamos también a quienes fueron malditos en vida y aun hoy lo siguen siendo, confinados en las mazmorras donde se encierran las voces que desentonan del coro oficialista. Destaca entre estos últimos el argentino Leonardo Castellani, a quien Prada denomina rubenianamente «padre y maestro mágico que cambió radicalmente mi percepción del oficio  literario» y dedica páginas muy hondas y reveladoras. Cierra el volumen un  balcón  ofrecido   a  las  «rosas   de Cataluña», un puñado de escritoras –casi todas ellas de la misma generación– que el autor descubrió fascinado mientras estudiaba la literatura catalana de la Edad de Plata.

5/5 - (12 votos)