La sexta trampa, de J.D. Barker

La sexta trampa
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El género de terror actual encuentra en J.D. Barker a su predicador más eficiente. Porque bajo la primera apariencia de género negro, acabamos descubriendo en la trilogía que se cierra con esta sexta trampa un volumen hecho thriller de investigación en la que el investigado es el mismísimo diablo. Porque ningún criminal tan empeñado en hacer de su obra el legado del infierno en la Tierra.

Pero es que además las escalofriantes analogías con la actualidad sanitaria, entre virus y transformaciones sociológicas jamás vistas en nuestro mundo moderno, nos proyectan a ese espacio cada día más tangible de la distopía posible en la que el terror puede acabar gobernando, campando, haciéndose rutina…

Esperemos que no sea así en última instancia y solo se trate de la atávica mirada morbosa hacia el horror, como Edith convirtiéndose en sal por echar un último vistazo a la Sodoma aniquilada.

El libro arranca justo donde termina la anterior entrega: Sam Porter, hasta ahora el detective al cargo del caso, ha sido apartado de él y es cada vez más sospechoso, el mayor hospital de la ciudad está cerrado por cuarentena por riesgo de contagio del virus SARS y entre los enfermos se encuentran los policías Clair y Klozowski, además de Upchurch, el cómplice del Cuarto Mono, que se debate entre la vida y la muerte. Su supervivencia es determinante para que el Cuarto Mono decida no liberar el virus al resto del país.

Cuando empiezan a aparecer cuerpos en distintos puntos de la geografía con el mismo patrón la policía lo tiene claro: el Cuarto Mono sigue actuando, y esta vez es imposible que lo haga solo. Empieza así una carrera contrarreloj para detener a uno de los asesinos más fascinantes e inteligentes jamás conocidos que ha conseguido aterrorizar a todo un país.

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La sexta trampa
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