La hermosa burócrata, de Helen Phillips

La hermosa burócrata
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La literatura toma en ocasiones derroteros indescifrables. Quizás se trate de una búsqueda del desetiquetado por parte del autor de turno, o un ansia de explorar nuevos lenguajes en un mundo en el que todo término parece manido, desgastado, manipulado hacia la postverdad…

Y en esa intención anda la joven escritora Helen Phillips en su narrativa perturbadora, onírica, desquiciante y en el fondo terriblemente lúcida.

Cuando descubrimos a Josephine, somos incapaces de anticipar lo que ocurrirá después. Y eso es uno de los aspectos más gratificantes de esta novedosa intención narrativa. Se trata de ir al cine sin saber muy bien de qué va la película, de atreverte a comprar un libro sin leer la sinopsis, solamente porque te resulta llamativa la portada, o porque intuyes que vas a encontrar algo distinto.

Y Helen Phillips es distinta, su forma de escribir y el trasfondo que se desprende de esta novela suya es distinto.

Josephine acepta un nuevo trabajo con la ilusión de quien por fin rompe con la desesperante cadena del tiempo prolongado sin un empleo. Que su desempeño se lleve a cabo en una especie de zulo donde tan solo tiene que realizar una repetitiva tarea matemática con la que nutrir una insaciable Base de Datos no es de lo más gratificante, pero es lo que hay. Entre esas cuatro paredes sin ventilación, sin luz natural, con la salmodia constante del sistema de ventilación y una creciente sensación de alienación hacia la transformación de Josephine en una especie de algoritmo humano, sin alma, procesando una información sin sentido aparente.

Un cierto punto Orwelliano gobierna la historia, solo que todavía más siniestro en lo personal, angustioso en la piel de la protagonista que ve como su realidad se va desmoronando cuando desaparece su marido a la vez que se siente incapaz de escapar de ese extraño trabajo. Detrás de los números, de la minería de datos Josephine quiere conocer algo más que le de sentido, como un sudoku dejado a medias en el que su cuadre su final pueda resultar un algoritmo final sobre la vida, la existencia, el poder, la política, la realidad última…

Una histora repleta de espeluznantes símbolos repletos de matices, donde cada cual puede interpretar significados de gran calado sobre nuestra propia naturaleza dentro de una civilización que, pese a su intención histórica por conocer, naufraga conforme se acerca al mayor nivel de conocimiento.

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