El arte de la guerra entre empresas, de David Brown

Sun Tzu escribió su libro «El arte de la guerra» allá por el siglo V antes de Cristo. Muchas batallas después, y desde el siglo XIX hasta hoy, las nuevas contiendas donde aplicar buenas o malas artes se disputan entre multinacionales o corporaciones Estado. Pasamos entonces al arte de la guerra entre empresas con recursos tan destructivos para los sueños más húmedos del mismísmo Gengis Kan.

Derrotar a la competencia tiene algo de estrategia y bastante del mismísimo gusto por la aniquilación que las hordas guerreras ponían en práctica para que no quedara ni el más mínimo vestigio del enemigo. Las empresas como las actuales corporaciones fueron creciendo al calor de los diferentes contextos con sus cambiantes nichos de mercado. El capitalismo moderno despegó tras la revolución industrial y la cuestión era y es comerse toda la tarta con pueril afán capaz de todo.

Pero también es cierto que es lícito pretender someter a la competencia. La ambición viene de serie en la condición humana y satanizarla es así flaco favor para un instinto a medio camino entre emociones y razón. Los bienes, la propiedad privada, los beneficios… todo parte de esa misma idea de lo ambicionado como elementos disponibles ante nuestras manos.

La cuestión en este libro es descubrir estrategias que dejan boquiabierto, partidas de poker a cara de perro entre marcas muy conocidas que llegaron a lo más alto o se hundieron precisamente en la escalada de las otras… En el amor, en la guerra y en los negocios todo vale. Desde el hundimiento de Nokia en los móviles hasta la extrañamente dudosa convivencia de Coca Cola y Pepsi, quién diría que no pueden ser la misma marca ficcionando una competencia… Todo es cuestión de información privilegiada al respecto.

Y de eso tiene mucho el autor de este libro. Porque al final no hay hito sin leyenda. Los grandes trepadores del escalafón en los grandes negocios hacen como Dominguín cuando tuvo lo suyo con Ava Gadner. Sí, también ellos salen corriendo a contarlo, a desvelar que ellos son los responsables de que su contrincante se haya estampado contra el suelo dejando los precios de sus acciones como pura basura. Nada personal, solo negocios…

Asi de crudo se nos presenta el panorama en lo que al aprendizaje de los entresijos del mundo empresarial se refiere. Aprender en tantear los abismos más alllá de la ética, disfrazarlo de operación bursátil o de estrategia de producción y llevarse por delante todo lo que se pueda… Cierto es que la tarea en ocasiones rebosa ingenio, estrategia pura y dura con un punto visionario. Todo es cuestión de quedarse con lo positivo.

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