Apuntado por el mismísimo Gabriel García Márquez como su sucesor literario, Jorge Franco se asoma a semejante listón elevado hasta los altares de la literatura y nos ofrece un brillante «se hace lo que se puede». Algo que en su caso sirve para participar de una interesante literatura colombiana en sintonía generacional con Ángela Becerra.
Pero lo de Jorge Franco es en muchas ocasiones una particular prospección de realidades (casi siempre radicadas en su Medellín natal), tan honda como cruda, que acaba rescatando un imaginario cargado de una violencia por momentos tamizada por esa necesaria irrealidad del olvido.
Lo curioso es como Jorge lo proyecta hacia la ficción, mitad exorcización mitad resiliencia hecha literatura, el devenir de personajes sumidos a procedimientos sumarios de narcos y sicarios de todo pelaje y hasta en toda institución. Porque no hace tanto que Medellín era esa ciudad como transportada del salvaje oeste.
Hacer literatura con la propia vida como elemento funambulista, con personajes que sobreviven más que viven. Porque toda noción de miedo es pura supervivencia, instinto. Y las víctimas lo son siempre cuando quedan. Porque siempre vagan por ahí buscando respuestas o cariños perdidos. En la mejor de las suertes quizás exponiendo sus historias para que un tal Jorge Franco las novele.
Top 3 novelas recomendadas de Jorge Franco
El mundo de afuera
Las cosas siempre pasan ahí afuera. Los demás se mueven con sus avatares más allá de nuestra mirada, donde ya no alcanzan las manos. Todos esos son los demás. Según la religión nuestros prójimos, según Hobbes los hombres hechos lobos para el hombre.
Isolda vive encerrada en un castillo extraño y fascinante al mismo tiempo, tan ajeno a la ciudad de Medellín en la que se sitúa como singulares son sus habitantes y la vida que llevan. La atmósfera de irrealidad que se respira resulta opresiva para la adolescente, que encuentra en el bosque que lo rodea la única tregua posible a su soledad.
Pero las amenazas invisibles del mundo de afuera se cuelan silenciosamente entre las ramas de los árboles cercanos al castillo. Con un perfecto manejo de la tensión, Jorge Franco construye en esta novela un cuento de hadas con tintes tenebrosos que acaba convirtiéndose en la historia desquiciada de un secuestro.
Dentro y fuera de la fortaleza, el amor, ese monstruo indomable, se muestra como una obsesión que aliena y embrutece, que pretende someter, que despierta deseos de venganza y del que solo parece posible escapar aceptando la muerte como destino.
«Todas las tardes voy hasta el lindero por si sale de nuevo y la espero hasta las seis a ver si ella sube al bosque. Pero ni siquiera la he vuelto a ver asomada a la ventana. A veces me silban de algún lado y me emociono porque creo que es una seña de ella, pero el silbido se pierde entre los árboles y cambia de un lugar a otro.»
Rosario Tijeras
La vida es una sensación extrema cuando manda el miedo. Para mal generalmente. Pero también para bien en alguna ocasión, cuando las pequeñas cosas se pueden disfrutar con esa plenitud que confiere la extraña certidumbre de lo fugaz.
«Como a Rosario le pegaron un tiro a quemarropa mientras le daban un beso, confundió el dolor del amor con el de la muerte. Pero salió de dudas cuando despegó los labios y vio la pistola».
Así inicia la historia de Rosario Tijeras, una mujer sin edad que siendo una niña ingresó a la terrible escena del sicariato y la prostitución de Medellín a finales de los años ochenta.
Ahora Antonio, su amigo incondicional, la recuerda desde el pasillo del hospital en el que Rosario lucha con la muerte. Su narración es el retrato de una asesina despiadada, pero es también un recuento del descarnado destino de una generación de jóvenes que crecieron en las comunas sin más alternativas que la violencia.
El cielo a tiros
Eso esperaba yo también cuando llegué a Medellín por motivos laborales, un cielo a tiros. Después ya descubrí que la ciudad era otra muy distinta y que la gente con la que topé allí transmiten esa magia especial, esa vida a raudales de quienes se saben supervivientes de los infiernos terrenales.
Una apasionante novela sobre la generación de hijos de los grandes narcotraficantes colombianos de los años noventa y un fiel retrato de la Medellín de hoy.
Larry regresa al país doce años después de la desaparición de su padre, un mafioso muy cercano a Pablo Escobar en los años noventa. Sus restos han sido finalmente hallados en una fosa común y Larry vuelve para recuperarlos y darles sepultura.
A su llegada a Medellín lo espera Pedro, su gran amigo de infancia, que se lo llevará directamente desde el aeropuerto a la celebración de la Alborada, una fiesta popular en la que la ciudad pierde el control mientras estalla pólvora durante toda una noche.
El encuentro de Larry con su madre, una antigua reina de belleza que pasó de tenerlo todo a no tener nada, y que ahora se halla sumida en la depresión y la drogadicción; los recuerdos de un pasado familiar turbulento y el redescubrimiento de una ciudad en la que aún se perciben los rezagos de la época más oscura de la historia de Colombia, son algunos de los hilos que conectan esta novela en la que el autor -con la maestría narrativa que lo caracteriza- consigue retratar a una generación de hijos del narcotráfico, que terminaron por ser víctimas de sus propios padres.
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