Los 3 mejores libros de Zadie Smith

La escritora inglesa Zadie Smith es una autora empeñada en sacar lustre de sus tramas esencialmente desde sus personajes. Porque cada una de sus novelas es una suerte de teatralización completa, naturalizada en ricos diálogos y reflexiones hechas soliloquios.

Intervenciones que ambientan y traen a escena la realidad a exponer, como un tramoyismo mágico construido exclusivamente desde y para la recreación sobre las palabras hechas tablas de escenario.

Y no, no es dramaturgia, es novelística, solo que bajo una factoría artesanal de una de esas autoras a descubrir como exponente de vanguardias literarias. Horizontes de una literatura en la que los protagonistas alcanzan ondas de máxima potencia que reverberan en ecos de humor, de sentido trágico, de rabia y hasta culpa, según el momento.

Realismo de los tiempos que corren, tramas de componente social con el gancho más intenso del devenir de unos protagonistas que conquistan desde la primera página. La vida es la mejor acción que puede marcar el avanzar de una historia, tan solo hay que saber contar la vida, que no es poco. Y de eso sabe mucho la sorprendente Zadie Smith.

Top 3 novelas recomendadas de Zadie Smith

Dientes blancos

Esa primera novela que augura a la escritora diferente, hipnótica, experta, en su bisoñez, en una literatura prácticamente inventada por ella.

Quizás a la postre no sea la mejor obra, pero hay que enmarcarla por el despertar de la autora y el estilo, la impronta hacia cotas de ese realismo siempre necesario en cada época de nuestra civilización. Porque si los escritores no nos cuentan, con el encanto de su prosa, lo que va ocurriendo en el mundo, no habrá crónicas de las intrahistorias, que es lo importante en todo esto de nuestra evolución.

Y qué mayor realidad que la migración de nuestros días, la mezcla y la xenofobia, la búsqueda del porvenir, la derrota, los éxitos, el humor como única arma que vale frente a todo y la pasión como guía sine qua non.

Archie y Samad guardan ese tesoro, que necesariamente se tamiza con los años, de los recuerdos de la guerra. El Londres actual ya no teme Blitz alguno, pero para dos viejos la modernidad puede ser el peor Blitz que los bombardea constantemente. Ahora parece que se enfrentan ambos a la alienante idea de que sus hijos no saben disfrutar y aprovechar el tiempo de paz que ellos les propiciaron. Pero tampoco son capaces de ver que aún no es el tiempo de paz armonioso que ellos imaginan.

Porque sus hijos siguen siendo negros, por explicarlo con humor ácido, y eso aún es un lastre para los eternos herederos del paraíso: los blancos convencidos de ello. Quizás sea eso, a lo peor Archie y Samad lucharon para nada, para no poder ganar la libertad ni tan siquiera de sus hijos. ¿Cómo no reírse de la tragedia de este tipo de descubrimientos? Es eso o recuperar el viejo fusil… Una historia de ironía desternillante con poso de dura crítica. Una novela intensa como solo una escritora con apenas veinte años podría escribir.

Sobre la belleza

Quizás el truco para este realismo made in Zadie Smith resida en la edad, en una juventud capaz de abordar los diálogos más trascendentes desde las pinceladas precisas sin más consideraciones y extensiones propias de pensadores barbudos y arrugados o filósofas de ojos diminutos, consumidos tras sus gafas.

Sin duda la belleza precisa de pocas consideraciones o raciocinios pesados. Lo que es bello es lo efímero y a la vez atemporal en nuestra memoria. Y nadie puede abordarlo desde lo descriptivo o lo ideológico. Un tratado sobre la belleza debe ser una recopilación de instantes, unas palabras intercambiadas con alguien mientras ocurre algo fantástico o un simple gesto nos transporta a ese lugar fuera de nosotros donde pasa precipitada, a lo suyo, la belleza.

A los veintipocos, Zadie describe escenarios de belleza entre lo prosaico de nuestro mundo. Porque las cosas existen esencialmente por sus contrarios. Y no puede haber belleza suma sin la oposición de lo vulgar. La belleza sin duda parte de lo individual, en este caso desde un profesor como Howard Belsey sobrelleva esa sensación de decadencia que asoma cuando uno ya tiene una edad de vuelta a la tierra desde la cúspide natural de la línea vital.

Hijos, mujer, deslices amorosos y reticencias para casi todo. En la ruinosa concepción de su existencia, Belsey es por momentos hilarante en sus encontronazos con todo, con las generaciones venideras que representan sus hijos, con un amor que hace días se defenestró por la primera ventana que encontró en ese hogar y con un oficio en el que no ve más que intrusos y trepas. Pero la belleza está siempre, incluso con más esplendor en la decadencia, entre los diálogos la novela avanza hacia un final que lo reconcilia todo, como un soplo de viento puede reconciliarnos con la vida.

Tiempos de Swing

Llegamos a la quinta novela de la autora y si bien se mantiene ese brillo de los personajes, puede que la intensidad de ese nuevo realismo mágico del siglo XXI haya descendido en su nivel de crónica apasionante de lo cotidiano o quizás sea cosa de que en cierta forma esta novela parece tratar de plagiar la impetuosa «Dientes blancos».

Pero vamos, que la novela también tiene su encanto porque sigue abundando en el don de esta autora. En una especie de primera persona de la propia escritora, conocemos a la protagonista en el futuro y a su amiga Tracey. A ambas las une una amistad que con esa sinergia de los viejos amigos crea también sintonías de sueños y esperanzas.

Por supuesto es de esperar que los anhelos de ambas acaben truncados porque no son precisamente de familias pudientes. Y es de esos sueños desde donde nace ese humor ácido una vez más que apaga despertando una humanidad a prueba de bombas, con esos diálogos hacia la empatía desde la primera palabra.

Otra cosa es lo que ocurre de puertas hacia adentro de cada uno de los hogares de las chicas, porque en las idas y vueltas de un pasado no tan remoto y del hoy descubrimos los muy dispares ambientes que favorecen en una y otra amiga muy diferentes formas de afrontar sus retos. Una novela sobre la amistad de personalidades forjadas distintas en torno a similares ambiciones. Una nueva representación de esa vida auténtica que late dentro de cada escena.