Los 3 mejores libros de Wendy Guerra

En su reducido espacio patrio, la literatura cubana actual está salpicada de contrastes enriquecedores. Desde el díscolo Pedro Juan Gutierrez hasta Leonardo Padura y sus paradójicas novelas negras con fondo caribeño o la siempre sorprendente Zoe Valdés.

En el caso de Wendy Guerra encontramos a una escritora dual. Por un lado con interés casi historiográfico, focalizado en la prolongada subsistencia de la Cuba posrevolución; y por otro lado también testimoniando una vertiente feminista siempre interesante.

Y claro, el asunto acaba teniendo más de intención sociológica, de revisión crítica, de rescate de intrahistorias para acabar escribiendo novelas como crónicas de esa Cuba suspendida en el limbo del comunismo desubicado, contracorriente. Un comunismo aún hoy latente, pese a la anunciada apertura, para ese país caribeño.

Después siempre queda la simple literatura, la esencia de escribir con un estilo y hacia una voluntad narrativa ajena a todo contexto. Y ahí Wendy se mueve hacia el protagonismo absoluto de sus personajes. Tramas muy vivas que circundan las existencias expuestas a la luz más intensa. Wendy Guerra siempre nos invita a habitar otras pieles para empaparnos de sensaciones extremas. Sensaciones de la vida vista desde las alturas de la supervivencia, como hecha funambulismo.

Top 3 novelas recomendadas de Wendy Guerra

Todos se van

Los particulares avatares biográficos de la autora justificarían adentrarse en una ficción como esta, tan entresacada del universo propio. Pero si además añadimos una ubicación como Cuba, donde nacer suponía adscribirse a un régimen, la cosa adquiere tintes sociológicos se narre la vida que sea.

Relato en forma de diario personal que abarca de los ocho a los veinte años de Nieve Guerra. Todos se van narra la infancia y la adolescencia de su protagonista, quien, desde su nacimiento, viaja a la deriva de su propia vida gracias a que el Estado cubano decide su destino, siempre supeditado a un incierto desenlace signado por un matiz político-social.

Nieve resiste la vida azarosa de sus padres y el pánico de crecer en una sociedad controladora hasta la asfixia que le va restando todas sus posesiones afectivas. Nieve es una sobreviviente, sagaz protagonista generacional de los cubanos nacidos a partir de 1970 que necesitan existir en primera persona desde una experiencia gregaria y colectiva que desemboca en la diáspora insular.

Todos se van es una novela de ficción que recrea el diario de infancia de su autora, quien escribe en su cuaderno mientras espera en su isla el regreso de sus amores. Ha sido llevada al cine por Sergio Cabrera en 2014. El diario continuará…

Todos se van

Domingo de Revolución

Suena extraño plantear una revolución contra un estado revolucionario. Pero es que el término «revolución» se desgasta antes que otros como «amor» o incluso «orgasmo». Porque la condición humana parece condenada a malbaratar cualquiera que sea su revolución. Una novela como esta viene a manifestar cuan honda acaba siendo la brecha entre una verdadera revolucionara como Cleo respecto a la revolución ya institucionalidad y enferma.

Ésta es la historia de Cleo, joven poeta residente en La Habana, una autora bajo sospecha. La Seguridad del Estado y el Ministerio de Cultura creen que su éxito ha sido construido por «el enemigo» como un arma de desestabilización, una invención de la CIA.

Para determinado grupo de intelectuales del exilio, en cambio, Cleo es, con sus aires críticos, una infiltrada de la inteligencia cubana. Atrapada en este vaivén de elucubraciones, prohibida e ignorada en Cuba, Cleo es la controvertida pero exitosa escritora traducida a varias lenguas que estremece a quienes la leen fuera de la isla. Sus textos narran el final de un largo proceso revolucionario de casi sesenta años.

El domingo de una intensa semana de revolución que ya ha conocido dos siglos. Enclaustrada en una hermosa mansión de El Vedado bajo la maravillosa luz de una ciudad detenida en el tiempo, Cleo vive una aventura sentimental con un actor de Hollywood al mismo tiempo que «descubre» a sus padres y resiste en un país que la culpa por su gran pecado: escribir lo que piensa.

Mientras Wendy Guerra creaba esta ficción en La Habana, la realidad entraba por la ventana, modificando la trama e interviniendo en ella, contaminando, con sus procesos históricos, los sucesos dramáticos que aquí se narran en tiempo real.

Con esta novela, Guerra se confirma como una de las autoras latinoamericanas más agudas y sofisticadas en la construcción de sus historias. Una obra marcada por el fino humor con el que esboza la tragedia cubana, por la naturalidad con la que describe sin prejuicios una realidad que conoce al dedillo y por el lenguaje sonoro con que evoca una ciudad asediada por la música, el mar y la política cotidiana.

Domingo de revolución

El Mercenario Que Coleccionaba Obras de Arte

Hay testimonios que superan cualquier propuesta novelística. Wendy Guerra encontró el filón de un tipo como Adrián Falcón, alguien que entregó su vida a su misión, que olvidó su pasado para deshacerse de todo lo que era.

Tales transformaciones solo se producen en los casos de espías, sicarios o testigos protegidos. Este es el testimonio, con esos tintes novelescos con los que la memoria cubre el desarrollo de los hechos detonados tras su intervención.

El carismático mercenario que narra esta historia es un personaje real bajo el seudónimo de Adrián Falcón, aunque a lo largo de sus años en activo usó otros como El Parse, Garfio, Strelkinov… Tierno y diabólico, Falcón tiene ahora sesenta y tantos años y ha sobrevivido con peculiar sentido del humor a su compleja historia de vida.

Y es que fue perseguido en Estados Unidos y varios países latinoamericanos por terrorismo, fue pieza clave de casos tan escandalosos como el Irán-Contra, y operó con los cárteles colombianos para financiar acciones contrarrevolucionarias. Considerándose un «luchador por la libertad», actuó contra el mando de la Unión Soviética, el Sandinismo y Fidel Castro.

Aunque en su momento fue blanco del FBI, termina sus días de combate convertido en condottiero de la cia y descreído de todo. El desencanto hace que decida luchar por su destino y encuentre una aliada en Valentina, a la que conoce en París y con quien comienza una relación de intereses; a su modo, ella es también una superviviente mercenaria.

Esta obra ofrece un punto de referencia a quienes se preguntan por los enemigos que enfrentaron las izquierdas latinoamericanas y es producto de entrevistas con Falcón y de la revisión de archivos que llevó a cabo Wendy Guerra, hija del idealismo guerrillero que ha saltado la tapia para mirar del otro lado.

El mercenario que coleccionaba obras de arte
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