Suecia prolonga su idilio con el género negro gracias a autoras como Camilla Lackberg, Asa Larsson o la propia Viveca Sten. Un triunvirato en femenino de alcance internacional. La primera es ya una de las más grandes escritoras noir y de las más más esperadas para cada una de sus nuevas novelas. Larsson también hace de sus sagas éxitos continuados.
Por su parte Viveca Sten tampoco les anda a la zaga y desde que se entregó a la escritura a tiempo completo, allá por 2011, una vez que su saga capitalizada por la abogada Nora Linde alcanzaba ese nivel de repercusión que exige y permite la entrega al oficio.
En la diversidad está el gusto, sin duda. Pero en el caso de estas tres grandes narradoras suecas, hay aspectos comunes, una sintonía que va desde la natural ambientación en aquellos espacios ampios, de naturaleza exuberante sobre los lugares más remotos o incluso en torno a las grandes urbes. Estocolmo, Fjällbacka o Kiruna, siempre es cuestión del poder de lo telúrico de aquellas lides en las que el sol luce menos horas, permitiendo que las sombras se extiendan como metáfora de lo oscuro.
Gracias a estas autoras, la Europa septentrional que cubre Suecia nos llega con ese halo de misterio en torno al crimen. Y funciona, vaya que si funciona…
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El secreto de la isla
El particular tandem entre Thomas Andreasson y Nora Linde, que si ya has leído algo de Viveca, conocerás sobradamente, tiene ese encanto del cóctel diferente, extraño, pero con posos gustosos y muy disfrutables.
En esta ocasión Nora accede a prestar sus particulares servicios en una investigación paralela a la que se reproduce por el posible suicidio de Marcus Nielsen. Gracias a Dios, Thomas Andreasson se deja llevar por su instinto para interpretar las más mínimas dudas como esas pistas necesarias para desvelar esos aspectos del crimen que, presentados por esta autora, nos conducen hacia un aspecto de novela de misterio.
Asi nos adentramos en un thriller en el que Nora Linde, investigando según las pautas que su «socio» Thomas le indicará, se acerca demasiado a ese foco de la duda, con las preguntas más inapropiadas que acaban por despertar el recelo de quien puede ser el responsable de la muerte de Marcus.
Y todo puede tener que ver con un proyecto abandonado hace muchos años, con un viejo centro de reclutamiento en el que también la muerte acabó por manifestarse de la manera más atroz e injusta.
No culpable
Un thriller a dos tiempos que despierta ese magnetismo sobre lo telúrico, sobre esos típicos lugares en los que acechan sinietros misterios como una condena para sus lugareños.Un planteamiento que por momentos recuerda a otra novela de la joven autora sueca, Cecilia Ekbac, La oscura luz del sol de medianoche.
Un cierto aspecto esotérico, favorecido como en tantas otras ocasiones por los solitarios y oscuros paisajes del invierno nórdico, transforman en este nuevo caso una pequeña isla del archipiélago de Stromma en un espacio del mal. Solo que la abstracción del mal se intuye, desde el comienzo de la lectura, como algo muy humano, con las peores sombras que convierten a los habitantes de la isla en potenciales asesinos sin escrúpulos.
El imaginario popular siempre trata de soterrar lo peor de su memoria bajo mitos o leyendas. Pero las peores bestias son siempre los humanos convertidos en servidores de lo ominoso y ayudados por la poderosa herramienta del raciocinio.
En el preámbulo otoñal que siempre anticipa las nieves de estas latitudes, una joven desaparece. La policía de Nacka, la ciudad que rige entre todas esas islas del sur de Suecia, asume la búsqueda de la mujer sin fortuna, hasta que el rigor invernal imposibilita la prospección del terreno y despliega una gélida cortina de olvido entre los habitantes de la pequeña isla de Sandham, de la misma forma que ya ocurriera hace tantos años…
Nora Linde llega hasta la isla en mitad del siguiente invierno. Nada sabe de lo acontecido. Ella solo quiere abandonar su vida anterior y a su marido nfiel, sin saber que ahí le esperan desagradables sopresas.
Nadie como unos niños recién llegados, los hijos de Nora, para descubrir viejos secretos. Entre la nieve y el hielo, en espacios a los que solo niños intrépidos acaban por llegar como pequeños conquistadores, se acaba desvelando una vieja y macabra historia convertida ya en un lastimoso mito, el de la familia de los niños Thorwald y Kristine, malogrados a principios del siglo XX. Y entonces presente y futuro confluyen para ofrecer respuestas sobre tantas vidas perdidas en el ayer y en la actualidad…
Círculos cerrados
De nuevo en la temática de esta autora recurrimos a la idea de lo autóctono de esta septentrional península para justificar, a través de la particular y liviana luz del norte; de la idiosincrasia propia de los habitantes del norte; o de los paisajes amplios y sobrecogedores espacios, esa capacidad de ambientación única que a cada nueva voz consigue despertar esa conjunción entre oscuridad ambiental y el hermetismo de un estilo de vida más proclive a la introspección que el de otras zonas más sureñas del viejo continente.
En esta novela adivinamos esa intención de completa mimetización entre la inquietante trama negra que hiela la sangre y los largos periodos de sometimiento al frío y el aislamiento, todo ello como latente antesala de lo siniestro, de los casos que quedan pendientes del deshielo para transformar cualquier primavera en un extraño juego de luces y sombras, en el despertar de los habitantes del lugar desde una hibernación de necesaria inconsciencia a la cruda realidad.
En este nuevo caso, publicado allá por 2009 en Suecia, nos reencontramos con la abogada Nora Linde haciendo alarde de su magnetismo para lo oscuro. O quizás se trate de que realmente lo busque…
La cuestión es que la muerte de un compañero llamado Oscar Juliandre, durante una prueba deportiva marítima, nos conduce desde el archipiélago de Stromma hacia el sur, hasta la isla de Gotland (Entre islas y fríos mares del norte andan los asuntos de esta autora). En la isla de Gotland encontramos un particular universo de pintorescos personajes capaces de todo por conservar su status y sus apariencias.
Y allí es donde el inspector Thomas Andreasson y Nora tendrán que desplegar toda su capacidad deductiva, salpicada por una oscura sensación claustrofóbica de que todos en la isla estén confabulados para que jamás se sepa la verdad.
