Los 3 mejores libros del inagotable Tintín

Sinécdoque metaliteraria podría denominarse por los más eruditos estudiosos del cómic. La cuestión es que Tintín devoró a Hergé, su creador. Lo mismo hizo Asterix con Goscinny o Mafalda con Quino. Personajes unos y otros llegados desde la ficción para arrasar con la mayor parte de la obra de sus autores respectivos. No es que sus creadores sintieran rencor, porque son parte de su obra, pero no deja de ser curiosa esa transmutación que parece prolongar vida del autor en el mito de su personaje ilustre…

En el caso de Tintín hablamos de otro de los referentes esenciales en el universo de los tebeos. Libros que luchaban de tú a tú con la intención monopolista de los superhéroes de Marvel y que no solo conseguían igualar fuerzas sino que incluso superaban a tanto superhombre con poderes llegado desde USA.

El truco, como tantas otras veces, era la imaginación, los recursos del mejor guión de aventuras donde el ingenio se ponía en funcionamiento a uno y otro lado de las viñetas, desde su creación hasta su lectura y seguimiento. Así era como Tintín acompañó y acompaña a tantos chicos y chicas lectores de todas las edades con esa querencia del mito próximo, del protagonista con el que mejor empatizar desde su carácter más humano por todos los costados.

Top 3 mejores libros de Tintín

El asunto Tornasol

Inspirado en Agatha Christie o en Conan Doyle, Herbé encontró en esta trama la némesis perfecta para un Tintín que encuentra su momento más grave frente a este reto. El mejor episodio de cuantos se pudieron contar sobre Tintín y sus investigaciones siempre al límite.

Esta es una obra maestra del cómic. Preferimos no explicar aquí la trama de la historia, para que el que la lea por primera vez, pueda disfrutarla totalmente. Desde el principio, los sucesos se encadenan a un ritmo trepidante: se oye una explosión, estalla una tormenta, objetos que se rompen, se corta la luz y Serafín Latón llega por primera vez a la serie.

En toda la historia no habrá prácticamente ningún tiempo muerto. Para la creación de los decorados, Hergé quiso ser lo más preciso posible. La historia, que transcurre en su mayor parte en Suiza refleja la guerra fría que pasaba momentos muy tensos entre los dos bloques, representados en la rivalidad entre Borduria y Syldavia. El Asunto Tornasol fue publicado en 1956.

El asunto Tornasol

Tintín y la luna

Un volumen que compendia las dos «odiseas» del admirado Tintín por nuestro satélite. Una obra que, entendida en su contexto de creación previa a todo conocimiento físico de la Luna apunta a evocaciones del mismísimo Julio Verne, con ese punto hoy ya melancólico del hombre desconocedor de lo que había más allá de nuestro planeta azul.

Porque esta obra empezó a publicarse en el semanario Tintín a partir del 30 de marzo del año 1950, diecinueve años antes de la llegada del hombre a la Luna. No se trata de ciencia ficción sino de una anticipación tan precisa como le fue posible al autor.

Hergé entró en contacto con el doctor Bernard Heuvelmans, autor del libro L’homme parmis les étoiles (El hombre entre las estrellas), especialista en el tema, que colaboró con el equipo. Se realizó una maqueta extraordinaria del cohete, que fue sometida a la aprobación de Ananolf, autor del libro La astronáutica.

Era enteramente desmontable y le permitía en todo momento al joven Bob de Moor, responsable principal de los decorados, saber en qué lugar de la nave espacial se encontraban los personajes. Hergé tiene la gracia de dar un tono humorístico a todas las escenas de explicaciones científicas que podrían aburrir al lector. Así, cuando Wolf y Tornasol explican elementos más o menos complicados, allí está el capitán Haddock para hacer saltar la sonrisa con sus réplicas.

Tintín y la luna

Tintín y los cigarros del Faraón

Pocos misterios de nuestro mundo dejaron de ser abordados por Tintín y su inquietante necesidad por saber. Y en esa pretensión del saber reside la magia de su serie. Tintín somos todos nosotros navegando por lo desconocido, en busca de las respuestas y las resoluciones que el espíritu aventurero del ser humano siempre se plantea. Así que el antiguo Egipto no podía librarse de la visita de tan ilustre investigador…

Tintín viaja en un crucero con destino al Extremo Oriente. A bordo conoce al extraño egiptólogo Filemón Ciclón quien viaja en busca de la tumba del faraón egipcio Kih-Oskh. Tintín le acompaña hasta la tumba y allí descubre los misteriosos cigarros, que esconden algo más que tabaco. Entonces es secuestrado y abandonado en el mar, pero se salva y desembarca en Arabia.

Después de numerosas peripecias va a parar a la India, donde se aloja en casa del Maharajá de Rawhajpurtalah. Aparecen aquí personajes que luego encontraremos de nuevo: los inefables policías Hernández y Fernández, el malvado Rastapopoulos y el peculiar Oliveira de Salazar.

Los cigarros del Faraón empiezan a aparecer en Le petit Vingtiéme el 8 de diciembre de 1932. Era la época en que la noticia de la maldición de la tumba de Tutankamon ocupaba muchas planas de los periódicos sensacionalistas. Este tema interesó a Hergé de tal forma que años más tarde lo volvió a plantear en Las 7 bolas de cristal.

Los cigarros del faraón
5/5 - (23 votos)

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.