La pléyade de escritores que en mayor o menor medida se encargan de narrar sobre la fascinante civilización egipcia se extiende en cada país a una gran lista. Porque el mundo antiguo de Egipto, con sus leyendas, pero también con su humanismo desbordante hacia toda ciencia o saber, ofrece multitud de posibilidades desde las que abordar todo género desde esa ficción histórica de base.
En España ocurrió con grandes con José Luis Sampedro o Terenci Moix, cada cual a su manera. Y se pasa actualmente por muchos otros como Santiago Posteguillo, León Arsenal o Nacho Ares.
Refugio de grandes tramas con esa innegable atracción de las pirámides, las momias, las pretensiones de inmortalidad y hasta las pasiones de faraones y faraonas, porque, aunque parezca mentira la figura de la mujer alcanzaba otra dimensión en aquellos días en los que el faro de Alejandría iluminaba el mundo y su biblioteca acopiaba todo el saber.
Y así llegamos hasta Pauline Gedge, encargada, desde la lejana Canadá, de revivir todas esas leyendas que parecen correr vivas todavía en el cauce del Nilo.
No es que en su dilatada carrera todo haya transcurrido entre dinastías y faraones, aunque sí es cierto que la novela histórica marca toda su trayectoria. Pero sí que es remarcable que en los últimos años todo haya girado en torno a ese mundo, con especial atención a esas figuras femeninas como Nefertiti que, entre las autoproclamadas deidades faraónicas, acaban por ejercer como las reinas que rigen la realidad del mundo.
Top 3 novelas recomendadas de Pauline Gedge
La dama del Nilo
En manos de autores como Pauline, el Antiguo Egipto siempre nos brinda la posibilidad de conocer a nuevos personajes y situaciones que quizás queden eclipsadas por los míticos personajes como Akenatón o Cleopatra y sus vastas crónicas entre lo documentado y lo supuesto.
De cualquier forma, un aspecto muy relevante de aquel mundo es el papel de la mujer en las altas esferas. Porque si bien es conocida Cleopatra por su poder decisorio en su tiempo de gobernanza, mucho antes otra mujer Hatshepsut ya se había sentado en el trono para marcar los designios de los egiptos bajo y alto.
Como primera emperatriz, sin duda determinada así por una confianza extraordinaria de su padre Tutmosis I, Hatshepsut tuvo que hacer gala de una primera y ancestral reivindicación de lo femenino.
El sobrenombre de la Dama del Nilo, conferido a medias entre la autora y la mitología marca un camino de éxito bajo el denodado esfuerzo y la superación frente a todas las tramas que conspiraban contra ella y tirando de los recursos necesarios para mantenerse en el poder.
Usando a hombres como Senemut y reivindicando su valía desde su destino de estirpe. Una novela que va y viene desde el forjado juvenil de la mujer legendaria hasta ese emblema revolucionario en muchos aspectos que vamos descubriendo y capaz de mantenerla en el trono por más de veinte años.
Águilas y cuervos
Uno de los grandes aciertos en el proceso colonizador de la antigua Roma era su inteligente integración de usos y costumbres hacia una paulatina adecuación a las maneras del imperio. Pero siempre hay excepciones.
En el caso de las islas británicas y sus pueblos celtas la sumisión total no se logró en los varios siglos que el Imperio romano anduvo por ahí. En esa lucha centenaria, los rebeldes se fueron creciendo sobre la base de las leyendas de sus ancestros, en la magia que los hacía más fuerte frente a las más preparadas legiones.
La irrupción de varios personajes desde sagas enfrentadas de uno y otro lado hacen de esta trama un brillante viaje a una Albión que no salía de la invasión romana para tener que afrontar la germánica.
Pueblos celtas míticos como los catuvelaunos cuya ubicación al sur los hizo padecer en primera instancia la pujanza del ejército del águila o los icenos, más al norte…
Britanos todos para unos romanos que tuvieron que emplearse a fondo en esos confines del mundo y cuyas pequeñas intrahistorias quedan aquí reveladas como crónicas jamás tan verosímiles.
La casa de los sueños
La exuberancia del Nilo favorecía una prosperidad optimizada más si cabe por lo astronómico, lo astrológico, lo climático y hasta los inicios de una fiscalidad sobre territorios que se aprovechaban de la bonanza de aquel Egipto.
Ciencia y buena Administración en favor de los faraones para que el pueblo viviera alegremente sometido, fervientemente convencido del poder de aquellos eran los dioses de su providencia. Una niña, Thu, alcanza a llegar hasta el mismísimo Ramsés.
Es una chica muy lista y dispuesta a todo por alcanzar esa ciencia que en la vertiente médica la tiene magnetizada. En su intensa relación con Ramsés entre el interés y la fascinación, la joven Thu despertará todo tipo de recelos, envidias y odios…
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