Los 3 mejores libros de Olga Tokarczuk

Así son los tiempos que vivimos. Porque, pese a hacerse Olga Tokarczuk con el nobel de literatura 2018, al haber sido este galardón «suspendido» en su año natural por motivos que no vienen al caso, su repercusión fue eclipsada por el ganador del año en curso: Peter Handke.

Y es que lo nuevo sigue vendiendo mejor. Como la etiqueta de una fórmula de champú. Seguramente esta singularidad suponga que la autora polaca pasee de puntillas con su reconocimiento literario mundial en estos días cercanos a la publicación de la decisión.

Y sin embargo la Historia acabará por encumbrarla como la única premio nobel pospuesto de literatura. Más allá de suspensiones por guerras o del caso de 1935 en que quedó desierto, Olga Tokarczuk es, con permiso de Dylan, la premio nobel de literatura más atípica.

En lo que respecta a la obra de esta escritora polaca, su virtud es la brillante alternancia entre poesía y prosa, sin una querencia muy definida por alguna de las dos áreas y con incursiones dramatúrgicas de gran valor.

Centrándonos en la parcela novelística, vamos allá con nuestra selección.

Top 3 novelas recomendadas de Olga Tokarczuk

Sobre los huesos de los muertos

Cuando una gran pluma, con su vertiente humanística tan marcada, aborda una novela de género negro, esa oscuridad acaba extendiéndose hacia muchos otros aspectos más allá del crimen de turno.

Unos asesinatos en serie atenazan la pequeña sociedad a escala de Kotlina, tan apartada del mundo entre sus montañas y sus profundos bosques como representativa en última instancia de lo humano enfrentado al miedo y aferrado a capa y espada a su noción subjetiva del mundo. Porque las víctimas, cazadores furtivos sin escrúpulos, para muchos han encontrado su justicia más poética. En medio del particular pandemónium despertado entre el silencio milenario de los bosques, encontramos a Janina. En su nueva dedicación como maestra, la chica está encantada de lo que ello supone de reencuentro con lo natural. Y, sin embargo, no es que comulgue con quien se regocija por la muerte de los cazadores.

Al final, ella misma se ve impelida a buscar la verdad de todo, los motivos para los crímenes. Casi siempre, pese a que la virtud está en el medio, cuando pintan bastos todos pretenden que nos posicionemos en un extremo u otro. Janina seguirá su propio camino equidistante, para bien o para mal, quizás buscándose enemigos a los dos lados.

Sobre los huesos de los muertos

Los errantes

O como canta Bunbury «porque allá donde voy, me llaman el extranjero. Donde quiera que estoy, el extranjero me siento». Ninguna idea mejor para plantear el viaje como aprendizaje desde la página en blanco.

Errante o extranjera, Olga destila en esta novela todo lo necesario del viaje como un punto iniciático para aprender y empaparse de nuevos mundos. Todos los personajes de esta novela fragmentada, de estos relatos, hechos novela en esencia, dan cuenta de su vida durante el viaje. Porque en todo camino hay incertidumbre. En movimiento estamos más que nunca expuestos a las circunstancias que se puedan dar y a esa buenaventura hacia cualquiera que sea el destino emprendido. Así se cose esta historia de transeúntes enfrentados a mil y una aventuras entre lo trágico, lo inesperado, lo mágico o lo trascendental.

Porque solo saliendo de nuestro lugar encontramos nuestro destino. Desde unas apacibles vacaciones hasta el regreso al hogar. Da igual la ida o la vuelta, el quid está en el intervalo, en ese tren al que entregamos el más reconfortante de nuestros sueños o el rápido avión desde el que divisamos lo poco que es todo. Más allá de lo que el doctor Blau, Philip Verheyen, Ánnushka o cualesquier otros de los protagonistas compartidos tengan que enseñarnos lo esencial es el escenario siempre en movimiento.

El viaje lo es todo y hechos personajes errantes es cuando podemos plantearnos las preguntas que no queremos afrontar cuando estamos inmersos en un mundo detenido a nuestra espera, deseoso de que emprendamos nueva aventura.

Los errantes, de Olga Tokarczuk

Un lugar llamado antaño

El pasado es un aroma. El del humo de la leña que es escapa desde las chimeneas invernales; ese perfume que atomiza en el aire el recuerdo de un cuerpo desnudo; esas especias suspendidas en una corriente que te ubica en las viejas calles de una ciudad milenaria…

Nada mejor que un aroma del ayer para sentir el paso del tiempo en su más hondo significado. Respirar el paso de los años gracias a este libro equivale a una visita a la Historia de la vieja Europa. Antaño es Polonia pero podía estar en Alemania o en España. Toda Europa se sumió en el aroma de la sangre aún caliente. Olor a locura y venganza.

Aromas que Olga se encarga de presentarnos para contrastarlos con la suave pero firme calidez olfativa de la esperanza. Entre las dos sensaciones antagónicas, un lugar llamado Antaño por cuyas vidas merece la pena perderse como un turista improvisado.

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