Los 3 mejores libros de María Tena

Cuando la sensibilidad aborda lo humano en la literatura, siempre se puede disfrutar de una literatura plena. María Tena escribe para que cada frase restalle sobre la piel, con esa atávica memoria celular que hace de las vivencias de lo humano en torno al amor, al desamor, a la ausencia o la felicidad, réplicas en busca de su explicación más certera en las palabras.

Compatibilizando en cierta forma la nostálgica lectura de María Dueñas y la intensidad de Almudena Grandes, María Tena cristaliza en sus personajes esa humanidad que brota principalmente en las intrahistorias vitales que componen los destinos. Conocer a los personajes de María es adentrarnos en los motivos últimos para todos, en esas verdades a medias que se exponen como fundamento de cualquier decisión, de todo cambio vital.

Y ahí es donde llegan las sorpresas, y la mimetización desde la empatía. Porque tras las excusas están las certidumbres; bajo la celosía del presente de los habitantes de sus páginas, nos acercamos para contemplar ese pasado que lo justifica todo, como el gran misterio que marca el camino de todo personaje de su propia historia vital.

María Tena aparece en el mundillo literario con menor cadencia de la que sus lectores quisieran. Pero en cada una de sus novelas se disfruta de esa motivación real por encima de la consideración del oficio de escribir, de ese impulso por la escritura como necesidad que acaba por desparramarse en una verdad fascinante.

Top 3 novelas recomendadas de María Tena

Nada que no sepas

Es curioso como en ocasiones empezar a escribir una novela apunta a una motivación interior hacia la sublimación o hasta el exorcismo literario. Y, sin embargo, el momento para empezar a escribir de uno mismo se emprende cuando uno ya ha hecho ejercicios previos.

La llegada de Nada que no sepas fue ese ejercicio casi de confesión de la autora, de exposición de la mujer que fue cuando las mimbres de la personalidad empezaban a entrelazarse con sus nudos entre la tersura de la fibra nueva. Revisitar la niñez o la adolescencia siempre es un ejercicio de autenticidad y de melancolía.

Lo abandonado por lo imperativo despierta culpas y nostalgias. Pero al fin y al cabo sabemos que nunca dejamos de ser quienes fuimos. Desde sus años en Uruguay María Tena conjuga lo que fue y lo que no, lo que pudo haber pasado y lo que no.

Pero, de cualquier forma, la transparencia en la descripción de los personajes, la verosimilitud del todo y la magia de sus personajes hacen de esta historia un reencuentro no solo con la infancia de la protagonista sino también con nuestro pequeño paraíso de la juventud.

Nada que no sepas

El novio chino

Una de esas historias que desconciertan o que fascinan, según la predisposición del lector de turno. Pensar en una relación homosexual en China suena a desafío, a reivindicación en el corazón de lugares que aún hoy, pese a la aceptación oficial, lastran tabús morales contra este amor libre.

Bruno y John tienen ese encuentro accidental en el que saltan chispas. Shanghai los ampara para ese acercamiento de Bruno, un tipo que llega como representante institucional desde España en una Expo y John, fugado de su vida en la China profunda. La soledad es tan triste como magnética para las almas que la habitan.

Y los espacios remotos son siempre lugares propicios para fortificar encuentros casuales. Bruno y John empiezan a compartir su tiempo en ese limbo casual de los viajes emprendidos que los ubica entre completos desconocidos.

Lo terapéutico de las relaciones recién emprendidas acaba rompiendo hacia una verdad y una pasión que lo transita todo, desde las honduras del alma hasta las pulsiones soterradas, siempre entre confesiones que ubican a ambos personajes a años luz de todos esos seres mundanos que ocupan sus vidas cotidianas mientras ellos disfrutan de un tiempo que quizás desaparezca en cuestión de días.

El novio chino

La fragilidad de las panteras

Siempre es curioso como se construye esa realidad compartida desde los recuerdos. Más aún en el caso de los entornos familiares que al final esconden más que comunican entre sobremesas y reencuentros rutinarios.

Para Itziar, Teresa o Laura, un mismo momento de su vida despliega esos trazos de realidades paralelas sobre las que se despliegan vidas y destinos. Iñaki aparece casualmente en el hoy, a una distancia abismal de la infancia en la que todos ellos habitaron.

El amable recuerdo de un rostro conocido acaba poco a poco por socavar la vida de las tres hermanas. En la mágica composición de lo que fué, presentada en ese mosaico de visiones, descubriremos como los cimientos de lo que son ahora las tres hermanas puede someterse a la zozobra de sus viejos deseos, miedos y las consecuentes pasiones y renuncias actuales.

La fragilidad de las panteras
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