Los 3 mejores libros de Manuel Puig

El ingenio literario argentino, desde Borges hasta Samanta Schweblin ha quedado y queda de manifiesto por muy distintas voces como el propio Manuel Puig, a quien hoy traigo a este espacio.

Agrupar a toda una pléyade de grandes autores por un rasgo tan limitador como puede ser la nacionalidad tiene sus riesgos de etiquetado. Pero no cabe duda de que tantos buenos escritores han hecho de la literatura en español cuna para la erudición o para el neo lenguaje, para el existencialismo hecho argumento o para mayor gloria del lirismo hecho prosa. Un crisol inagotable en el que Manuel Puig aporta a la mezcla un nuevo componente creativo condicionado por su condición de cinéfilo.

En todo caso, los continuados guiños al cine son casi siempre excusas para profundizar en una bibliografía de grandes personajes en las más variopintas situaciones y escenarios.

Diálogos siempre intensos como la mejor vía expresiva del autor para ofrecer sus inquietudes, su visión crítica y su introspección en los recovecos del alma, allí donde se encuentran los motivos para el ser de cada personaje, con los que el autor acaba por presentarnos una apasionante mezcla entre destino y provisionalidad vista desde la capacidad para el cambio interior.

Para mayor virtud de ese encuentro con unos personajes tan vivos, Manuel Puig tira de guionización de sus novelas. Como presentadas en escenarios que dinamizan cada trama, incluso en alguna de sus estructuras más complejas en sus incursiones en su literatura experimental. Un auténtico gustazo dejarse llevar por cualquiera de sus novelas.

Top 3 novelas recomendadas de Manuel Puig

Boquitas pintadas

Solo Manuel Puig podía hacer de una novela ligera (que casi recuerda más en su estructura epistolar a un posible guion de teatro), una gran historia intimista. Una trama con el ritmo trepidante del folletín, pero con un trasfondo que también aborda las amarguras del amor y escarba en los jardines de cada casa, donde cada cual entierra miserias y secretos cuando ambas cosas no son lo mismo.

Juan Carlos Etchepare falleció antes de llegar a los 30. Tras de sí dejó los hilos que vinculan en primera instancia las vidas de Mabel, Nené, Elsa y Leonor.

El testimonio de este galán condenado de antemano por su estilo de vida acaba siendo un enredo que va sacando lo peor de los habitantes de un pueblo convertido en ese microcosmos que acaba acopiando multitud de las motivaciones humanas más intensas, guiadas hacia lo destructivo cuando ya nada tiene visos de solución.

El beso de la mujer araña

Un título que apunta a lo surrealista o por lo menos a lo desconcertante y que a la postre no engaña. Desde la relación de dos presos, Molina y Valentín, el autor se lanza a una disertación compleja que engarza con los estereotipos del cine a la par que profundiza, desde sus anotaciones en clave de ensayo, sobre aspectos psicológicos de sus personajes y sociológicos por extensión.

La interacción entre humanos siempre es capaz de generar nuevos universos sintéticos o transformadores cuando las condiciones son propicias para la apertura del alma a tumba abierta. En esta brillante historia nos acercamos a la fuerza del diálogo capaz de todo, hasta de la manipulación.

Cae la noche tropical

En ocasiones parece como si los personajes de Puig ocuparan los espacios en los que desaparecen de las cámaras o de los capítulos principales de otras novelas. Entre cada capítulo, entre cada escenario, los protagonistas de cualquier historia están vivos, necesariamente, pero nadie sabemos qué hacen.

En este caso sería recuperar a dos mujeres que ya han sido protagonistas de sus vidas y que se ocultan de los focos de lo narrado y simplemente evocan los buenos días de sus pequeñas glorias mientras murmuran sobre unos y otros de los que pasan por delante de ellas con algún que otro quehacer, componiendo historias que ya no les pertenecen ni por edad, ni por tiempo, ni por ganas.

Las dos mujeres despechadas de la vida, de sus argumentos y de sus giros nos abren de par en par las puertas de su alma. Y esa autenticidad resulta tan desgarradora como emocionante.

En la sencilla convivencia de las dos hermanas disfrutamos de conversaciones despreocupadas, estremecedoramente ciertas. Y al cerrar la novela, esta vez sí, sabemos que ellas siguen ahí, en algún lugar, con sus dimes y diretes entre lo vulgar y lo trascendental sobre el amor, la vida y cualesquiera otras pasiones y pulsiones.