Los 3 mejores libros de Hanif Kureishi

Quizás haya un truco para vivir de esto de la literatura sin perecer en el intento (por supuesto partiendo de que se le de bien al escritor o escritora de turno). El caso de Hanif Kureishi es el del escritor que irrumpió con fuerza en la novela desde su inicial dedicación como guionista y encontró ese punto de éxito necesario.

¿Qué punto de éxito es el necesario? Pues el de una gran novela inicial como «El buda de los suburbios», de repercusión mundial pero no tan rompedora como para marcar a fuego al autor.

Pero claro, eso ya no depende de uno mismo. De hecho el propio Kureishi seguramente habría vendido su alma al diablo a cambio de una repercusión a la altura de clásicos mundiales como «El perfume» de Patrick Süskind o «El guardián entre el centeno» de J.D. Salinger.

Y sin embargo, a la postre, él pudo seguir escribiendo más novelas sin la pesada losa del libro imperecedero, con la justa medida de reconocimiento pero sin el lastre de la comparación inmediata con lo anterior desnudando las miserias de quien es incapaz de repetir gestas.

Así es como Kureishi se sobrevivió a sí mismo, dejó pasar la siniestra tentación de la muerte por éxito rotundo y siguió nuevas y jugosas novelas.

Top 3 novelas recomendadas de Hanif Kureishi

El buda de los suburbios

Las ciudades toman vida gracias a escritores o cineastas. En caso contrario, serían apenas una alienante mezcla de hormigón y luz artificial. Kureishi recreó un Londres muy especial en esta novela, hasta convertirlo en toda suerte de inquietudes intelectuales, morales, sexuales y de cualquier otra índole que se pueda imaginar.

«Mi nombre es Karim Amir y soy inglés de los pies a la cabeza, casi.» Así empieza El buda de los suburbios, la novela que, hace veinticinco años, inauguró triunfalmente la carrera de uno de los escritores británicos imprescindibles de las últimas décadas.

El buda en cuestión es el padre de Karim, un respetable pakistaní de clase y edad medias, casado con una inglesa, que un buen día decide brindar a las amas de casa y a sus maridos de los suburbios la ración de trascendencia y éxtasis místico a que todos creían tener derecho en los años setenta. El adolescente Karim tolera con juvenil cinismo los desvaríos de sus mayores.

¿Acaso no está él siempre a la búsqueda de diversión, sexo y respuestas a los más diversos interrogantes de la vida? Pero todo se saldrá muy pronto de su cauce y Karim verá las puertas abiertas para lanzarse a la «vida verdadera» en ese caldero mágico de feminismo, promiscuidad sexual, teatro, drogas y rock and roll que era el Londres multirracial y fascinante de los setenta, durante el fin de la era hippy y los albores del punk; un ecosistema retratado con extraordinaria vivacidad y realismo por un autor que dio carta de naturaleza ficcional a temas y tonos que en aquel momento resultaban exóticos, cuando no inéditos: temas sobre la diversidad de razas y clases en un mundo nuevo, retratado con una mezcla siempre imprevisible de humor y acidez, perversidad y cariño.

Un autor que fue tan pionero como influyente, al que sus herederos literarios leyeron con una pregunta insistente rondándoles la cabeza: «¿Cómo podía saber tanto sobre nosotros ese tal Kureishi, que había nacido en el sur de Londres y nos sacaba veinte años?» O eso es lo que dice Zadie Smith en el entusiasta e iluminador prólogo que acompaña este rescate, que contiene una constatación feliz: «Releyendo a Kureishi ahora me emociono igual, siento el mismo placer, y todo ello ligeramente intensificado.» Con esta reedición en Otra vuelta de tuerca, el lector de hoy tiene la oportunidad de comprobar cuán exactas son sus palabras.

El buda de los suburbios

Nada de nada

Todo debe pasar por el necesario filtro del humor. La tragedia que vivir es a veces necesita de esa compensación que nos haga revisitar nuestro propio devenir con la medida justa de lo perentorio. Pero más allá de esa fugacidad de todo sobre la que reír, hay uno de los más extraños humores.

Se trata de la vis cómica más ácida y cruel. El tiempo es finito en escena y en los últimos actos observamos impertérritos como todo se descompone, el escenario se cae, olvidamos el guión y contemplamos un patio de butacas ya vacío. Reír entonces ¿no?

Waldo, notorio cineasta que conoció la gloria, los premios y el aplauso de crítica y público, permanece ahora postrado en una silla de ruedas por los achaques de su avanzada edad. Sin embargo, su libido sigue incólume, y su mujer, Zee –india casada con un pakistaní y con dos hijas, a la que sedujo durante un rodaje y se trajo a Londres–, accede a sus peticiones de desnudarse ante él y mostrarle sus partes íntimas.

El tercer vértice del triángulo en el centro de esta novela lo ocupa Eddie, crítico de cine, admirador de Waldo y ahora amante de Zee ante las narices del viejo director. Este espía a la pareja, documenta sus sospechas y maquina su venganza con la ocasional ayuda de Anita, actriz y amiga, dispuesta a indagar en el turbulento y truculento pasado de Eddie…

Kureishi explora en esta novela breve las desdichas de la vejez y la decrepitud física, los sórdidos conflictos matrimoniales y sexuales y los mecanismos secretos de la creatividad artística. Y lo hace dando rienda suelta a su humor canalla y a las pinceladas pornográficas y escatológicas. Resultado: una novela contundente y salvaje, que maneja con ejemplar equilibrio la mezcla de las situaciones descacharrantes con el desgarrador patetismo de los personajes.

Carcajadas y desolación como ingredientes de una indagación visceral en las miserias y quimeras de la vida contemporánea, a través de un triángulo amoroso que rebosa lujuria, odio, resentimiento, mezquindades, desenfreno, procacidades y otros excesos. Una tragicomedia negrísima y feroz que no va a dejar a ningún lector indiferente.

Nada de nada

La última palabra

Biografía no pero sí espejo. El escritor nunca tiene gloria, si acaso los escuetos aplausos de una presentación concurrida. Así que Kureishi construye al protagonista de esta novela con esa apertura completa del creador empeñado siempre, en algún momento de su naturalmente egocéntrica carrera creativa, en acabar por escribir algo sobre sí mismo. Así es como uno puede ganarse algo de gloria narrativa, de trascendencia, de aplauso íntimo.

Mamoon Azam es un monstruo sagrado, una vieja gloria literaria que ya ha escrito sus grandes obras y es un autor consagrado, pero cuyas ventas decrecen. Y sin esas ventas se le hace difícil poder mantener la casa en la campiña inglesa que comparte con su actual esposa, Liana, una italiana con carácter y bastantes menos años que él, a la que conoció y enamoró en una librería.

Liana, de acuerdo con el joven y desenfrenado editor de Mamoon y el renuente beneplácito de éste, urde un plan para mejorar las finanzas familiares: encargar una biografía que servirá para revitalizar su figura en el mercado literario. Pero la vida de este consagrado escritor indio que llegó de joven a la metrópoli para estudiar y decidió convertirse en un perfecto gentleman británico no está exenta de aspectos escabrosos.

Antes de Liana ha habido en su vida otras dos mujeres importantes, a las que en ambos casos destruyó: Peggy, su primera esposa, que murió amargada y enferma, y Marion, su amante americana, a la que sometió a prácticas sexuales, como poco, heterodoxas cuando no directamente humillantes.

Todo ello lo indaga su biógrafo, el joven Harry Johnson, a través de cartas, diarios y entrevistas con el propio Mamoon y con personas que lo conocieron, entre ellas Marion. Pero los fantasmas y las tensiones no sólo emergen del pasado, porque la novia de Harry, Alice, pasa unos días con él en casa de Mamoon y el viejo escritor entabla una peculiar relación con ella.

Y mientras tanto Liana sufre ataques de celos, Harry se lía con una criada de la casa y el biografiado le sonsaca al biógrafo informaciones sobre su voracidad sexual, su madre loca y otros aspectos turbios de su vida.

Y así, entre el viejo escritor y el joven aprendiz se establece un peligroso juego de manipulación y seducción en esta novela que habla del deseo, la culpa, la lujuria, los demonios interiores, las relaciones de pareja, las fantasías sexuales y sentimentales, y el poder –en ocasiones temible– de las palabras.

La última palabra
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