3 mejores libros de Donna Tartt

Si hay alguien que aborda el oficio de escribir con meticulosa profesionalidad, esa es Donna Tartt. Desde sus inicios en esto de contar historias, Donna ha destacado por su gran calidad que la condujo al premio Pulitzer en 2014, pero sus historias necesitan de una década de reposo entre una y otra publicación.

Así, en el famoso equilibrio entre inspiración y sudoración hacia la consecución de una obra, que Edison fijó en un 99% hacia el lado más fisiológico, Tartt cumple con la premisa hacia una literatura preciosista en la que nada cede a la improvisación ni se deja llevar por la precipitación.

En este «modus operandi» creativo, Tartt parece compartir planteamientos con un Jeffrey Eugenides que también hace de su dedicación a la escritura una actividad liberada de imposiciones externas para acabar escribiendo ambos novelas que serán clásicos de nuestro siglo XXI.

Sea como fuere, de esa espera prolongada se puede deducir un gusto por el perfeccionismo y una confianza en que el paso y el poso del tiempo enriquece cada una de sus novelas.

A la vista está si consideramos el equilibrio casi perfecto que acaban cobrando sus libros de ficción. Historias de misterios o directamente negras, pero siempre cargadas de algo más, de elementos trascendentes en una vertiente crítica.

Sin olvidar todos y cada uno de los personajes conformados como un elenco, hechos actores de primer orden en sus intervenciones, gracias a un perfilado perfecto en sus descripciones e intervenciones.

Todo ello sin olvidar un aspecto del que quizás pudiera pensarse que pudiera adolecer esta autora: la naturalidad. Esa verosimilitud necesaria en todo lo que ocurre, en los comportamientos y diálogos.

Así que, ante tanto trabajo valorado al máximo por la autora, no es de extrañar esa cadencia elevada en sus publicaciones de ficción. Porque eso sí, en el ínterin, Donna Tartt también escribe otros tipos de libros de no ficción que si bien no llegan con tanta fluidez hasta otros mercados, la dotan de esa cualidad de gran escritora en todos los ámbitos.

Top 3 libros recomendados de Donna Tartt

El jilguero

Quizás pienses que para escribir novelas con tan amplio plazo entre una y otra, Donna Tartt no se esmera en títulos grandilocuentes. Pero ya se sabe que la síntesis casi siempre acaba siendo virtud.

En esta última novela de Donna nos adentramos en una de esas obras que suenan insuperables. Y conociendo el empeño de la autora por la superación, quizás le lleve un par de décadas acometer la siguiente.

Lo más fascinante de esta historia es la acometida del suspense y del misterio desde un punto de vista prácticamente existencialista. El personaje de Theo Decker vive sus últimos días encerrado en una habitación de hotel en Ámsterdam, aunque realmente habita en un momento pasado que se repite en su cerebro sin visos de solución.

La casualidad o quizás la confabulación del destino, lo condujo con su madre a una visita improvisada al Museo Metropolitano que cambiaría su vida para siempre.

Quien puso la bomba no imaginaría que Theo, el niño, visitaba de manera casual las instalaciones junto a su madre, o tal vez todo estaba guionizado. Entre los vagos recuerdos grises de polvo y cascotes, la siniestra casualidad lo terminó guiando a una extraña misión en torno a un anillo que otra víctima le entregó.

Lo que ocurre después se conjuga entre el enigma del anillo y el sendero de la perdición tomado por un Theo que se siente víctima de un macabro plan, de una condena que le impide morir.

Salvo que todo acabe significando algo más. Porque en tantas ocasiones posteriores en las que bordeó la muerte, el amargo sabor de la supervivencia sin sentido acababa por rescatarlo para una extraña misión.

El jilguero

El secreto

La dedicación se nota. No queda otra que reconocerlo ya en esta primera novela publicada en 1992, cuando Donna aún no tenía los treinta años. Y precisamente por eso, ante temática puede sonar a historia juvenil por su ubicación en un ámbito estudiantil, acabamos descubriendo una trama negra que salpica a muchos otros aspectos sociales.

La lectura de esta trama de suspense llega a acongojar en su doble vertiente de thriller y de crítica de la cultura elitista que parece dotar a los jóvenes pudientes de un nivel superior. Todo transcurre en una Universidad de Nueva Inglaterra.

Hasta ahí llega Richard Papen, desde la costa oeste del país. Recibido con reticencias en un principio por un grupo de cinco amigos, finalmente se integra y comparte con ellos sus particulares vivencias. Los chavales son capitaneados por un profesor de literatura que los hace sentir especiales, diferentes, por encima de muchos otros.

Convencidos por esa visión de sí mismos y entregados a alcohol y drogas, acaban por recorrer los caminos más oscuros del hedonismo, el nihilismo y el extraño supremacismo inculcado.

Hasta que las sombras de sus actos acaba por cubrirlos con siniestras perspectivas de tormenta. El día en el que tienen que asumir las consecuencias de sus desmedidos actos, su gran secreto acabará por marcar sus almas hacia la perdición más completa.

El secreto

Un juego de niños

La normalidad es un mantel sobre el que se cubren los pecados, las culpas y los secretos de toda familia en plácida sobremesa.

Esa idea es la que se desprende para el caso de una familia como los Cleve. Y es que torturarse no tiene sentido. Cuando Robin falleció, una puerta se cerró bajo llave para siempre. Aquel tiempo quedó clausurado en beneficio de la supervivencia. Pero ya se sabe que los niños no entienden de puertas cerradas, ni de secretos.

Para Harriet su hermano Robin es apenas un vago recuerdo, un aroma, un vínculo roto cuando ella solo era un bebé. Pero a sus doce años ya empieza a entender el peso de su ausencia y para ella, liberada de cualquier tipo de filtro, es indispensable pasar al otro lado de esa puerta.

Con 12 años todo es un juego, incluso la exploración del mundo en su vertiente más negra. Ella se empeña en saber más sobre lo que derivó en la muerte de Robin, colgado de un árbol.

La visión de la familia que se mantiene forzada e irreal, en la que cada cual sobrelleva sus penas hacia la autodestrucción fingiendo esa normalidad de sobremesa colma la trama de tristeza.

Pero la infancia de Harriet se ocupa de aportar el brillo de la infancia, la inocente intención de descubrir la verdad. Y ¿quién sabe? en ocasiones la visión de la infancia puede aclarar muchas cosas pasadas por alto en su momento.

Un juego de niños
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