El hecho de la que ficción histórica, entendida como un género capaz de compatibilizarse con otros componentes como el romanticismo o hasta la ciencia ficción, haya sido abordado mayormente por escritoras, da mucho que pensar sobre esa vertiente creativa más capaz en el caso de ellas.
Porque ya es casualidad que los primeros puestos de ventas de novelas históricas conjugadas con cualquier otro género los copen las Anne Jacobs, Nora Roberts, Lucinda Riley, María Dueñas o la propia Diana Gabaldon, a quien hoy traemos a este espacio.
En el caso de la narradora estadounidense Diana Gabaldon nos encontramos a una de las más versátiles de la gran pléyade citada con anterioridad. Porque si nos centramos únicamente en esa base primordial de escenografía histórica, en su haber encontramos sagas bien extensas sobre espacios bien distintos y propuestas muy variables.
El gusto de Diana Gabaldon por esa ciencia ficción suave, que encaja perfectamente en cualquier trama y que nos invita a fantasear desde los vestigios de lo que fuimos, es uno de los aspectos que me atraparon en mayor medida.
Por supuesto, como mandan las corrientes actuales de la industria editorial. También descubrimos en Diana algún primer sondeo de ese género negro que acaba por magnetizar en alguna ocasión a todo autor de cualquier otro ámbito.
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Forastera
Con esta novela nació una de las sagas más laureadas me atrevería a decir que todo el género de ficción histórica más comercial (con perdón de Ken Follet), «Outlander».
Los verdes prados de la Escocia, sus riscos en constante batalla con un mar de donde se eleva la bruma. Unos días de sosiego después de que Europa venciera por fin a Hitler. Claire se siente muy feliz de que todo haya acabado porque así el horizonte de paz con su amado. Pero, tal como le ocurrió a San Virila al dar un paseo por la sierra, la joven pierde el conocimiento en un lugar muy especial de inspiración celta.
Cuando vuelve en sí el mundo se ha descompuesto en un tiempo pretérito al que ella no pertenece. Desde el siglo XX hasta 1734, la trasposición la ha conducido a un tiempo en el que tendrá que reajustarse para, al menos, seguir viviendo en busca del regreso a sus días.
Solo que ese año 1734 la sorprende en muchos aspectos que jamás hubiera imaginado. A uno y otro lado del extraño umbral, la vida tiene que seguir su marcha, como siempre, con sus pequeñas intrahistorias repletas de las pasiones humanas que nos guian hacia todos los finales posibles.
Tambores de otoño
La cuarta parte de la saga Outlander ya asienta completamente una trama de espejos entre unos días que avanzan en pleno siglo XX, donde vive Brianna, la hija de Claire, y un siglo XVIII en el que la propia Claire con su amado Jamie buscan su destino con esa suerte de ventaja que puede darlos el conocer que puede llegar a pasar en ese espacio tan pretérito como amado ya por ellos.
América aparece en el horizonte como la mejor opción y es ahí donde ambos se instalan. Hasta que Brianna, a ese otro lado, entiende que sus progenitores pueden encontrarse en un riesgo vital. ¿Cómo no tomar cartas en el asunto cuando se trata de la vida de tus seres queridos?
La llegada de Brianna al pasado supone un nuevo riesgo que pronto comprobará. Pero con la firme misión de encontrar a sus padres y ponerlos a salvo, nada podrá detenerla hasta intentarlo.
Atrapada en el tiempo
Como ves, doy los saltos sobre unas novelas u otras ciñéndome a lo que para mí representa la mayor calidad de la trama presentada.
Porque esta novela, siendo la segunda parte de «Outlander» está muy bien pero no tiene tanta fuerza como Tambores de otoño. Aún así, el ansia por conocer más de Claire una vez iniciada la aventura, supone un avanzar entre las páginas trepidante.
Ella, Claire se mueve inquieta por un tiempo en el que ya no se siente del todo plena. Su obsesiva conducta, entre las milenarias montañas de aquella zona de Escocia por donde se movió en su viaje, se justifica en la necesidad de un encuentro con esos viejos y extraños recuerdos.
Confesar todas las pasiones que sintió al otro lado del plano temporal parece misión imposible. Pero en ocasiones parece como si estuviera atrapada en este tiempo suyo y ya no tanto en aquel otro por el que se movío en su viaje.
Mientras sus secretos siguen a buen recaudo, emprende una investigación junto a su hija Brianna y su novio Roger. Una investigación por la que finalmente todos se verán enfrascados en una aventura fascinante.
