Los 3 mejores libros de Alexis Ravelo

El prolífico escritor canario Alexis Ravelo se movía entre varios registros narrativos bien dispares. Si bien su espaldarazo definitivo le llegó en un género negro en el que compuso una extensa bibliografía. Grandes obras con pinceladas de ese noir salpicado con sus connotaciones de crítica social o incluso bordeando planteamientos más policíacos en los que la deducción vuelve a recuperar el peso de las grandes glorias iniciales del género.

En su palmarés, Ravelo cuenta con el Premio Café Gijón de Novela 2021, el Premio Hammett, también conquistado en otras ediciones por obras de grandes como Sergio Ramírez o Leonardo Padura, entre muchos otros.

Tramas que enlazan lo criminal con la corrupción; con el lado oscuro al que algunos pueden arribar después de atravesar los peores infiernos; con el ancestral anhelo de poder y dinero. Investigaciones en paralelo que tratan de brindar luz entre la tensión por descubrir los motivos para el mal. Y finales que siempre cierran los asuntos pendientes con ese poso de las historias que, además, cuentan algo más sobre nuestra propia realidad.

Top 3 libros recomendados de Alexis Ravelo

Los nombres prestados

Escribir novela negra a lo Alexis Ravelo es hacer algo más sofisticado o profundo. No se trata de descubrir al asesino ni de recrearse en el extraño morbo del crimen. No al menos como esencia única. Se trata de una capacidad narrativa equiparable a ese Víctor del Árbol empeñado siempre en contarnos algo más, en rebuscar en las motivaciones, culpas y otras cargas del alma. En esta ocasión Ravelo tira del recurso del baile de identidades para pertrechar una creciente trama que, mutatis mutandis, nos advierte sobre la mascarada general que es la vida, en no pocas ocasiones…

Tomás Laguna podría perfectamente ser un corredor de seguros jubilado que ha llegado a Nidocuervo para disfrutar con tranquilidad de su retiro en compañía de su perro Roco. Y Marta Ferrer podría pasar por una traductora que ha encontrado en el pueblo el sitio ideal para vivir en paz con su hijo Abel. Pero lo cierto es que ambos son verdugos insomnes llegados a ese rincón del mundo con nombres prestados, fingiendo que no son quienes hasta hace poco han sido.

Sin embargo, el equilibrio entre la realidad y la ficción que cada uno ha elegido para sí es tan frágil que sucesos tan fortuitos como una tormenta o la elección de una foto para la portada de un periódico resucitarán los fantasmas del pasado, devolviendo a sus vidas una violencia que esperaban haber dejado atrás para siempre.

Situada a mediados de los años ochenta del siglo XX, Los nombres prestados es una historia de acción y suspense, un wéstern moderno, una novela negra que funciona también como una alegoría que indaga en las causas y las consecuencias de la violencia política, en la vinculación entre víctimas y verdugos, en las obligadas paradas que habrá de hacer quien recorra el tortuoso camino hacia la redención.

Tres funerales para Eladio Monroy

Siempre es reseñable esa primera novela que irrumpe con fuerza y personalidad en el panorama de un género. En esta ocasión, Eladio Monroy, el primer gran personaje noir que se prolongaría después en una saga muy recomendable, aportó esa frescura que siempre viene bien.

La particularidad de Eladio lo hace un «investigador» especial. Se trata de un advenedizo, de un intruso para cualquier gremio que suponga tirar de cualquier cuerda enredada entre lo más avieso de la sociedad.

Mimetizados en este personaje, llegamos a ser capaces de entender su humor sórdido, su cinismo por momentos, su modus operandi orientado tan solo a buscar respuestas para preguntas de clientes que quieren saber, sugerir de la forma que sea, lograr objetivos aún violencia mediante.

Héroe y antihéroe, espía y contraespía. Un tipo libertino, un mercenario que en demasiadas ocasiones se mete en líos demasiado gordos. En esta primera ocasión nos ponemos al frente de un encargo muy particular de su ex.

No porque Eladio guarde una especial buena relación con Ana María, sino porque ella le ofrece una compensación lo suficientemente jugosa. El problema es que, como tantas otras veces ocurrirá en el futuro, Eladio no es capaz de medir ni fuerzas ni consecuencias.

Y en este caso concreto, metido de lleno en los más altos estratos sociales de la economía y la política, quizás nunca sospechara las sombras que se ciernen desde ese mundo sobre él, toda vez que está decidido a cumplir con su misión hasta las últimas consecuencias.

La estrategia del pequinés

Una novela criminal cargada de esa sordidez a la española, colmada de picaresca, de humor ácido, de casos estrepitosos que acaban como crónica del telediario.

La necesidad impone sus premisas y el Rubio se plantea recuperar su vieja carrera delictiva para conseguir el dinero necesario para ese buen fin que siempre sirve para empatizar con «los malos». Junto a El Rubio conocemos a Junior y al Palmera.

Con el gancho necesario de la prostituta Cora. Todos se disponen a ejecutar el meticuloso a la par que improvisado plan para hacerse con un botín que ninguna policía podria jamás reclamarles. Quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón.

Claro está que pronto descubrimos como el plan no acaba de reproducirse como el mejor de los planteamientos iniciales. Y así como la policía no los iba a perseguir en caso de completo éxito, tampoco los ayudará ahora cuando una organización criminal los persiga para dar caza. Una historia tarantinesca bajo la imponente luz de la isla de Gran Canaria.

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Las flores no sangran

Una nueva banda y un nuevo plan hacia el caos. La sensación de esa idea de último golpe hacia el glorioso retiro se extiende por la novela sobre la existencia tediosa de la banda de Lola. Y lo cierto es que el plan los saca del tedio, sin duda.

Pero quizás hacia una acción que no esperaban, una frenética aventura que no deja levantar la vista de la trama. Como en otras ocasiones, en las novelas de Ravelo, el aroma de los perdedores empapa toda la historia, sirviendo a su vez de espolón para que unos personajes desesperados sean capaz de todo.

En esta suerte de antihéroes idealizados de la miseria y la delincuencia se acaban saboreando matices muy gustosos de lo trágico, de lo siniestro. Frente a ellos están los otros, esos triunfadores que se mueven por la isla en lujosos coches. Quizás se trate de eso, de la particular contradicción que hace convivir a personajes de estratos sociales muy dispares en un espacio reducido, el de la isla.

El plan es sencillo, un secuestro express, de los que están de moda. Un rescate rápido y una nueva vida con el dinero conseguido. El plan apunta al total fracaso, pero nuevamente derrotados y golpeados por la realidad, ninguno de los chicos de la banda de Lola dudarán en afrontar la situación con la dureza necesaria, la misma bajo la que viven desde que eligieron el lado salvaje de la vida.