1793, de Niklas Nat Och Dag

Acuérdate bien de la fecha hecha título de esta novela, porque dando el nombre del autor puede que te trabes de por vida. Nada que ver 1984, del ya más facilmente pronunciable George Orwell.

Bromas aparte, nos encontramos ante uno de esos descubrimiento explosivos de la novela negra. Y eso que para que un escritor sueco despunte en cualquier ramificación del género policíaco, tiene que ser impactante la cosa.

Y claro, la cuestión es el aspecto histórico que ahonda más aún en la oscuridad de lo pretérito, en la noción de un mundo sometido, en cuanto a investigación criminalística, tanto a ciencia como a cábalas como a supersticiones y mitos.

Nada mejor para hablar de un thriller piscológico que te lleva a padecer esa tensión de un mundo pretérito donde la justicia podía moverse por derroteros imprevisibles entre guerras entr países y luchas también internas en el seno de cada país.

Porque el contexto de la novela nos acerca a un momento crucial de la Suecia de finales del siglo XVIII. La guerra con Rusia y su posterior carestía derivó finalmente en el asesinato del monarca Gustavo III, con el añadido de acechantes sombras de nuevas revoluciones provenientes del sur de Europa.

Entre semejante movimiento incesante conocemos al que será el conductor de la trama, el abogado Cecil Winge encargado de esclarecer un asesinato junto a un aliado inesperado Mickel Cardell.

Cardell descubre a una víctima mutilada y pone en manos de Winge la investigación. Pero ambos acaban, como digo, aunando esfuerzos para determinar la naturaleza del crimen y el asesino en cuestión.

Claro está que el escenario elegido por el autor es el mejor para sentir en carnes del lector todas esas tensiones desde lo social hasta lo político que les embarcan en peligros acechantes. Aprovechando además el estereotipo de la Europa más septentrional para dotar de frío y claroscuros al asunto.

Puestos debidamente en antecedentes y desde el atroz asesinato, la agilidad del autor nos sirve, con pinceladas de brillante escenografía histórica, todo el microcosmos de personajes en los dispares estratos sociales de la Suecia de aquellos días. Los submundos se entremezclan con los más elegantes espacios palaceigos. La verdad entronca con los intereses más aviesos y las voluntades capaces de todo por una vaga promesa de prosperidad.

Con el ritmo mágico de este nuevo autor pasamos por momentos de arrebatadora tensión psicológica, pero también nos adentramos en un tiempo que por momentos, quizás medidamente enfocado, sintoniza con la misma naturaleza humana actual.

Desde que el mundo es mundo, la realidad necesita de sus contrapesos para encontrar equilibrios, a veces mezquinos, que se asumen deben ser soterrados en la conciencia. Al menos por parte de los que pretenden que el estado de las cosas se encamine hacia el sostenimiento en momentos de intensa zozobra.

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